Revista Opinión

La nación como estructura metafinita

Publicado el 09 octubre 2017 por Vigilis @vigilis
La totalidad es una idea filosófica que por no complicarla voy a reducir a un conjuntos de todo y partes. Esta es una definición blandengue que uso aquí porque entiendo que la idea de totalidad más extendida está relacionada —a mi pesar— con Kant. Kant trataba la totalidad dentro de la categoría de cantidad y esto lleva a confusión porque antes de Kant ya operaba la idea de totalidad (la sustancia aristotélica es un buen ejemplo de totalidad: materia y forma son inseparables).

La nación como estructura metafinita

Los curris son una idea muy loca. Todo Fraggle Rock habrá que analizarlo un día de estos.

Hay varios tipos de totalidades. Una clasificación rápida la obtenemos separando totalidades atributivas y totalidades distributivas. En las atributivas las partes pueden constituir un todo (cada una de ellas por sí misma puede constituir un todo) y en las distributivas las partes no se pueden separar del todo. Un ejemplo de totalidad atributiva sería el número infinito de números reales. Una parte de los números reales son los números naturales que a su vez es infinito (i.e. a su vez es un todo). Un ejemplo de totalidad distributiva es la manzana de un manzano.
Esta parte anterior es necesaria decirla pero no es la que me interesa (por eso paso sobre ella fugazmente como quien cruza rápidamente una calle que apesta para ir a la tienda de chucherías).
Definición de estructura metafinita
En la totalidad atributiva puede suceder que la parte tienda asintóticamente al todo. A este límite le llamamos metafinito (aquí empleo la metáfora de límite en el Cálculo matemático). Las estructuras metafinitas son por tanto ciertas estructuras que observamos de vez en cuando en totalidades atributivas. En las estructuras metafinitas:
  • las partes tienden a ser idénticas al todo.
  • el todo tiende a ser idéntico a las partes.
  • las partes tienden a ser idénticas a las otras partes.
(Nótese que empleo "partes" en plural pero una totalidad no implica pluralidad de las partes, una totalidad puede ser un todo compuesto de una sola parte: "el equipo español femenino de bádminton está formado por Carolina").
Aplicaciones de la estructura metafinita
Hasta aquí presento un esquema para el análisis de las ideas que parece muy enrevesado y retorcido sin embargo este esquema está presente desde hace miles de años y en nuestra vida diaria. Muchos autores emplearon estructuras metafinitas en sus filosofías sin detenerse a identificarlas como tales, nosotros con esta herramienta podemos identificar estructuras similares en diferentes autores separados por océanos de tiempo (lo que a su vez nos da pie a relacionar sus ideas y entender).
Sin duda en el afán monista de los presocráticos (la pluralidad que percibimos esconde un principio último que explica la realidad) ya encontramos estas estructuras. A mí en la escuela me enseñaron que los presocráticos eran un poco como los Power Rangers: para un tipo todo estaba formado por agua, para otro todo era aire, para otro todo estaba formado por cuatro elementos, etc. Todas estas filosofías están empleando continuamente estructuras metafinitas: el todo se identifica en todas las partes, las partes identifican el todo, las partes se identifican entre sí. Incluso subdividiendo infinitamente las partes la estructura metafinita permanece ahí: estas subdivisiones hasta lo infinitesimal serían la interpretación aristotélica de Anaxágoras, las homeomerías.

La nación como estructura metafinita

Coronación de la Virgen de Velázquez.

En la filosofía cristiana la omnipresencia de Dios está relacionada con este asunto. También lo está la idea de alma (esos debates medievales sobre el alma: el alma está en todo el cuerpo y en cada una de sus partes: en una mano y en una oreja está todo el alma; me imagino a unos monjes calentándose al amor de la lumbre debatiendo sobre esto y un monje gordito sirviendo vino especiado asintiendo con la cabeza). Y cómo no, el gran ejemplo lo tendríamos en la teología cristiana con la Trinidad: Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo; cada una de las "partes" o "personas" son a su vez la totalidad del único Dios.
En fin, estas estructuras están presentes o son descubiertas en innumerables campos ya no solo de la filosofía sino hasta en una ciencia como puede ser la Mecánica: el movimiento de un objeto es un concepto que puede ser tratado como una totalidad atributiva respecto a los movimientos infinitesimales en que lo podemos subdividir.
Ok. Hecha la introducción voy ahora a aplicar la estructura metafinita a la política que es algo un poquito mejor que atracar un banco o inyectarse heroína entre los dedos de los pies.
Soberanía nacional como estructura metafinita
La nación como estructura metafinita

En política la estructura metafinita ayuda a entender la idea de soberanía nacional. En un país cuya soberanía reside en la nación, la soberanía está presente en cada uno de los componentes atómicos de la nación. Cada "nacional" —o ciudadano— posee como propia la totalidad de la soberanía. Toda la soberanía está en cada ciudadano y todos los ciudadanos en conjunto son dueños de la soberanía, de toda ella, no de una parte pues axiomáticamente la soberanía es indivisible.
Esto tiene consecuencias reales e inmediatas. Atentar contra la nación es atentar contra todos y cada uno de los ciudadanos de la nación. A su vez un ataque a un ciudadano es un ataque a la nación. Nuestros códigos de leyes tienen resueltas las formas de operar frente a estos ataques: si le roban a mi vecino, a todos nos están atacando y por eso tenemos una policía y unos jueces con los que toda la nación se defiende. Hay otra categoría de crímenes que no buscan afectar a una parte de la nación sino a su conjunto, es el caso de una invasión de otro país o de un golpe interno que pretenda quebrar la soberanía nacional. Este último ejemplo está de moda por el separatismo sin embargo también lo vemos asomado en expresiones más inocentes o no tan evidentes como cuando un político emplea demagógicamente un gentilicio: "los murcianos decidimos hacer tal cosa" o incluso en los nombres de los grupos parlamentarios (ej.: "Grupo Parlamentario Vasco"). Incluso hay otros ejemplos similares más perdonados por economía del lenguaje como cuando un político dice que sus votantes apoyan una línea de acción de su partido, ¿acaso les preguntó a todos?
Pero como digo es la agresión contra la soberanía nacional la que más nos debe preocupar pues supone una agresión a todos y cada uno de nosotros de forma metafinita.
Es común señalar el inicio de la soberanía nacional como totalidad atributiva en la Revolución Francesa: «La nación reunida en asamblea no puede recibir órdenes» (Bailly) y en el panfleto "¿Qué es el Tercer Estado?" de Sieyès que comienza: «¿Qué es el Tercer Estado? Todo. ¿Qué ha sido hasta ahora en el orden político? Nada. ¿Cuáles son sus exigencias? Llegar a ser algo».

Esta idea operativa de nación que vemos funcionando al inicio de la Revolución ya estaba discurriendo en debates y obras previas aun sin llegar a materializarse. Por ejemplo, Juan de Mariana en su obra sobre la educación del rey apunta que si no hubiera otro modo de salvar la patria y fuese necesario habría que "matar al príncipe como enemigo público", ¿quién es ese público? La nación.

Luego tenemos la guillotina, el ejército nacional, el servicio militar, los impuestos, las escuelas... es decir, el tratamiento de la nación como si fuera un príncipe con su guardia, sus escoltas, su formación, etc. Lo mismo que se atribuía al príncipe se atribuye después a la nación. Por supuesto que su protección e inviolabilidad serán las condiciones más evidentes (de ahí que las naciones tengan bombarderos y tipos armados vigilando la calle). Igual que gobernaba un rey gobierna la nación: en el Antiguo Régimen no gobernaba un pie del rey o un diente sino todo él; hoy no es soberana una parte de la nación (por muy grande que sea esa parte, o por muy grande que sea esa parte en un lugar concreto de la nación) sino toda ella. 

Añádase que Bailly, Sieyès y Juan de Mariana (por ser los ejemplos mencionados) no hablan de una nación teórica, no hacen gala del fundamentalismo democrático, la democracia aquí no está por ningún sitio. Ellos hablan de una nación que existe antes de llegar al poder (Juan de Mariana), llegando al poder (Bailly) y después de llegar al poder (Sieyès). No se trata de consultar la opinión mayoritaria entre un montón de campesinos y zapateros sino de algo formado por campesinos y zapateros, que está en los campesinos y zapateros y que es distinto a los campesinos y zapateros. Por eso todas las malvadas recomendaciones que observamos en nuestros días sobre la humanidad, el derecho a decidir o la democracia, no son sino discursos que responden a un afán antinacional en tanto disolventes de la estructura metafinita. De hecho son mitos que se emplean con el mismo objetivo que puede tener un ejército invasor en un afán de conquista. En nuestra aterciopelada época es más dificil identificar estas cosas pero basta con darles un par de vueltas. Acabé por ahora.



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