El inicio de temporada para la asociación de galerías ArteMadrid no pudo ser más mediático y beneficioso. La iniciativa que, entre varios puntos, pretende mejorar la imagen de la galería como expositor de arte y desterrar de una vez por todas el pensamiento de su oferta elitista, ha dejado el listón alto en cuanto a oferta expositiva. Entre las muestras que dieron la bienvenida a la nueva temporada, seleccionamos “Human Nature”, en la Galería Espacio Mínimo, una colectiva de ocho artistas (siete en total y dos de ellos trabajando en equipo) seleccionados por la prestigiosa galería estadounidense Richard Heller.
Y su explícito título nos prepara para lo que encontraremos en ella, un conjunto de reflexiones multidisciplinares sobre la condición humana, excusa que nos va a servir para repasar el trabajo de los artistas presentados:
Corey Arnold, destaca por la fuerza de sus fotografías y la historia personal que hay tras ellas. Compaginando el oficio de fotógrafo con el de pescador comercial, sus impresiones sobre la temporada de pesca en Alaska retratan tanto su vida natural como el día a día de sus compañeros.
Jacob Magraw-Mickelson es un ilustrador colorista y con influencias surrealistas. La geografía de sus obras es caótica, orgánica, con tendencia a parasitar estructuras comunes al público y amalgamarlas a través del color, dando a luz a la orografía de mundos imaginativos y cambiantes.
Por su parte, Rachell Sumpter (estrecha colaborada de Magraw-Mickelson, y cuyas obras conjuntas también se presentan en esta colectiva), es una excelente paisajista y acuarelista californiana en cuyas obras se aprecia de forma evidente la relación del individuo con la naturaleza, describiendo historias de gran belleza primigenia.
Brendan Monroe también cuenta con la misma base preciosista que deviene el común denominador de la muestra, un artista con una notable serie de obras basadas en elipsis o las reunidas en Espacio Mínimo, que enfatizan las diferencias discursivas entre figuración y abstracción, ambas en sus manifestaciones más explícitas.
Y los elementos orgánicos vistos en otros artistas resultan inocentes en comparación con el impactante trabajo de Victoria Reynolds, donde la tradición pictórica se subvierte en un espectáculo digno del más potente de los microscopios. Obras carnosas, biliares, tentaculares…, una suerte de armonía intestina fascinante.
Charlie Roberts es posiblemente el más simbólico de los artistas reunidos y el que cuenta con las referencias más pop. Sus catálogos de personajes y objetos forman un idioma consistente aunque técnicamente irregular, con obras muy llamativas a nivel compositivo y otras un tanto decepcionantes. Artista de conjunto más que de pericia singular.
La obra de Devin Troy Strother debería ser uno de los reclamos de esta exposición. Pocas veces se puede disfrutar de un artista con una concepción tan amplia y tridimensional de la técnica mixta. Su conglomerado de disciplinas culmina en mordaces historias sobre su herencia afroamericana y la interacción de ésta con el “sistema” estadounidense.
⌂