Ey, ey, que la foto no es de google, que un servidor va a bordo de la balsa...
No me voy a extender mucho en cómo fue el finde, os lo podeis imaginar: rappelar cascadas y paredes de 25 metros, saltos de agua, golpes, caídas, rápidos, hombres al agua, algún momento de tensión y, sobre todo, mucho buen rollo, de ese, del bueno.¿Teniendo vértigo se puede hacer esta actividad? Ya os digo yo que si...
Pero más que pararme a analizar cómo fue el fin de semana, quiero compartir qué significa, para un servidor, este evento anual. Desde que nació Little Ana me ha servido para desconectar, para dejar a un lado mi faceta de papá, para centrarme en ver las cosas desde otro punto de vista y coger vuelo... cuando coges distancia puedes empezar a valorar lo que tienes en tu día a día, que es muchísimo, que lo es todo.Si debo ser sincero, el mejor momento de todo este jaleo viene el último día, suele ser al atardecer: magullado, cansado y feliz, abro la puerta del portal, llamo al ascensor y pulso el botón del piso 5º. Los 30 segundos de subida me sirven para reconectar el cable de la familia, modo papá On... 4º y 5º. Abro la puerta del ascensor, dejo la maleta y la mochila en el descansillo mientras busco la llave de casa. Una sola vuelta es suficiente y se abre...- Mamaaaaa, ¿es papá?- Hola chicas!- Es papaaaaaaaaaaaaaaa...!!!Se oyen pasitos acelerados por el pasillo y en un giro allí está la jefa que me recibe con un abrazazo de esos que valen una vida. De manera acelerada te cuenta qué ha hecho el fin de semana con su mami... pero casi no escuchas, sencillamente saboreas.- Y tú, ¿qué has hecho papá?- Pues he ido en una barca por un río y me he caído al agua muchas veces.- Este papaaaaa...