Es una palabra tan pequeña, parece tan inocua, y puede envenenar tu comunicación sin que te dés cuenta. Esta vez no me refiero a la obligación imaginaria del “tengo que”, sino al “pero”. Esta palabrita sirve para “contraponer a un concepto otro distinto o ampliativo del anterior” (según la RAE). Y cuando este otro concepto es negativo, te has topado con un veneno casi invisible. Lo que parece un pequeño detalle, de repente deja un sabor amargo y descalifica toda la experiencia.
- La cena ha sido divina, pero los camareros fueron algo lentos.
- La vecina es muy buena gente, pero habla mucho.
- La habitación del hotel fue genial, pero la piscina no estaba abierta.
En cada caso, lo que queda es la valoración negativa de una experiencia. No volverás al restaurante, cuando la vecina llame al timbre fingirás que no estás en casa, y el hotel no te volverá a ver nunca jamás. Y todo por un pequeño “pero”.
¿Pero para qué quieres utilizar el “pero”?
Muchas frases “pero” están en la misma categoría que quejas por situaciones que no puedes cambiar: no mejoran la situación y en la duda generan frustración. O para tí o para otra persona. La solución por lo tanto es la misma que el ayuno de quejas: omite el comentario y quédate tan solo con lo positivo. La cena ha sido divina. Punto. ¿Para qué centrarse en la rapidez del servicio si fue una incidencia menor? Si el comentario no se dirige a una persona colérica con fama de explotar al ver camareros lentos, no vale la pena.
¿Pero y el “y”?
En algunos casos la segunda información si que puede ser relevante. La vecina es buena gente. También habla mucho. Por si sola esta última característica no es ni buena ni mala. Es el “pero” que le da el toque negativo a las ganas de hablar de la señora. Para evitar esta evaluación negativa puedes utilizar un truco muy simple: sustituye el “pero” por el “y”. “La vecina es muy buena gente y habla mucho”. Por lo menos ya no es negativo. De hecho puedes servirte del “y” en casi siempre que quieres untilizar el “pero”, aunque sea para alertarte a tí sobre lo que estás a punto de juzgar.
Deja lo mejor para el final
En los casos en los que sí hay una característica positiva y una negativa, prueba con cambiar el orden de tu locución. Dicen que el “pero” invalida todo lo dicho anteriormente. Si no quieres anular lo positivo, menciona lo negativo primero. “La piscina no estaba abierta, pero la habitación del hotel fue genial”. Ahora tus amigos pueden evaluar qué les importa más: la habitación o el servicio de piscina, sin que tú ya descalifiques el hotel a nivel lingüístico.
Esta semana, observa cuántas veces utilizas el “pero” en tu vida y qué impacto tiene en la información que das. A lo mejor quieres sustituir, cambiar o reorganizar tus frases y. Y después cuéntanos tu experiencia a través de los comentarios!
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Imagen: Por_Lev / flickr