Revista Libros

La nieta del señor Linh, de Philippe Claudel

Publicado el 09 noviembre 2012 por Goizeder Lamariano Martín

La nieta del señor Linh, de Philippe Claudel Título: La nieta del señor Linh Autor: Philippe Claudel Editorial: Salamandra Año de publicación: 2006 Páginas: 126 ISBN: 8498380030 Descubrí a Philippe Claudel a comienzos de septiembre con Almas grises y su estilo, su prosa, su narración me fascinó y me cautivó tanto que tan solo dos semanas después volví a la biblioteca a por otro libro suyo, esta vez La nieta del señor Linh, uno de los que más había oído hablar y que más ganas tenía de leer. Y os puedo asegurar que no solo ha cumplido las altísimas expectativas que tenía puestas en él, sino que además me ha gustado incluso mucho más que el anterior libro de este autor francés. En tan solo 126 páginas Claudel es capaz de transmitirnos infinidad de sentimientos, a cada cual más profundo e intenso: tristeza, esperanza, amor, amistad, cariño, nostalgia, miedo, desolación, soledad, añoranza, desamparo, ilusión. Los sentimientos negativos y positivos se entremezclan en las páginas de esta novela seduciendo y envolviendo al lector desde el principio hasta el final en un ambiente frío, hostil, desconocido, árido, pero, al mismo tiempo, también cálido, cercano, amable y tierno.
El señor Linh es un anciano que ha tenido que abandonar su país, su aldea, su vida, su pasado, por culpa de una guerra que lo ha convertido todo en cenizas y que ha matado a su hijo y a su nuera. Ya no le queda nada ni nadie. Únicamente la pequeña Sang Diu, su nieta, un bebé de tan solo seis semanas. No sabemos cuál es su país, cuál es esa guerra. Pero tampoco importa. Porque el desamparo, la soledad, la nostalgia, la tristeza, el miedo a lo desconocido, al presente, al futuro, la añoranza de un pasado que nos ha sido arrebatado, que ya jamás volverá, son sentimientos universales que no entienden de países ni de fronteras. Por eso tampoco nos importa no saber a dónde llegan el señor Linh y su nieta tras pasar seis semanas en un barco junto a otros muchos refugiados como ellos. Refugiados que no conocen a nadie en ese nuevo país y que ignoran su idioma. Pero eso no impedirá que la pequeña Sang Diu, que en su lengua significa Mañana dulce, crezca sana, feliz, tranquila, protegida, arropada y arrullada por el cariño, los cuidados y la nana que su abuelo siempre le canta. Una melodía que han cantado durante generaciones las mujeres de la familia y que le acompañará siempre, esté donde esté. Porque aunque ahora solo es un bebé que ignora que la mañana siempre vuelve con su luz, que siempre hay un nuevo día, un día ella también será madre y cantará esa nana a sus hijos y a sus nietos. Eso es lo único que importa. El señor Linh vive con su nieta en un piso de acogida que comparte con dos familias de refugiados. Los hombres pasan las horas jugando a las cartas, bebiendo y peleándose, mientras que las mujeres y los niños se burlan de él y de su forma de cuidar a la pequeña Sang Diu. Pero eso al señor Linh no le importa, y mucho menos cuando conoce al señor Bark, un hombre gordo, fuerte, alto, robusto, pero sobre todo amable, amigable y afable. Los dos coinciden en un banco y a pesar de que no son capaces de entenderse, ya que ninguno conoce el idioma del otro, eso no impedirá que comprendan que tienen muchas cosas en común. Los dos han perdido a sus mujeres. Los dos añoran a sus familias, a sus hijos muertos o nunca nacidos. Su tierra, su hogar, su pasado, su vida. La amistad que inmediatamente surge entre estos dos hombres solitarios resulta extraña, llamativa, poco común e incluso increíble, pero también resulta tierna, dulce, sincera, necesaria, esperanzadora. A pesar de no hablar, de decirse únicamente buenos días, gracias a pequeños gestos, a fotografías, a paquetes de tabaco, los dos hombres compartirán en silencio sus miedos, sus fantasmas, sus anhelos, sus esperanzas y sin palabras hablarán del pasado que han perdido, del presente que les ha tocado vivir y del futuro que les gustaría disfrutar. Pero nuevamente todo vuelve a cambiar cuando el señor Linh y su nieta son trasladados por los servicios sociales a una especie de residencia de ancianos de la que no puede salir. A pesar de las prohibiciones, de los horarios, de la rutina, de los calmantes, del sopor, de la agobiante calma que reina en ese lugar, el señor Linh luchará, peleará y hará todo lo que pueda con tal de encontrar a su amigo Bark. Gracias a su tesón, su coraje, su determinación, su fortaleza, su esperanza, esa que le ha llevado desde su aldea hasta ese país desconocido, ajeno y frío, esa que le ha empujado a salvar su vida y sobre todo la de su nieta, le empujará ahora a adentrarse en la ciudad para encontrar a su único amigo. Un encuentro y un final inesperado, imprevisible, sorprendente, pero no por ello menos cálido, delicioso, tierno, conmomedor, entrañable, dulce. Casi tanto como la pequeña Sang Diu, la nieta del señor Linh.

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Dossier Paperblog

Revista