Esa noche una luz especial inundaba los campos de trigo, que se mecían con el mismo viento leve que bailaba con unas pocas nubes que no osaban ocultar las enormes estrellas. Eso fue lo que vio el pintor cuando decidió inmortalizar lo que rodeaba su sanatorio. Porque los pintores, igual que los fotógrafos, captan algo que está en movimiento y lo dejan detenido para el resto de su vida. En el caso de la noche estrellada de Vincent van Gogh, este instante debía permanecer inmóvil para toda la eternidad, pero a Petros Vrellis le pareció que sería interesante volver a ponerlo todo en movimiento. Y lo hizo.
Vaya si lo hizo.
(si eres de los que no llega al final, no te habrás dado cuenta de que, además, lo hizo con una tremendamente gustosa función interactiva que, por desgracia, aún no está disponible para el resto de los mortales)
Visto en Gizmodo (esta semana están sembrados).