Editorial Mondadori. 567 páginas. 1ª edición de 2005; ésta de 2008.
Hace más o menos un año (entre febrero y marzo de 2010) leí seguidos 5 libros de Mario Levrero. Hacía mucho tiempo que no leía así, de corrido, gran parte de la obra de un autor, y, de forma extraña, me dejé sin leer su libro más emblemático, La novela luminosa; el libro por el que realmente se le ha conocido en España (el que ha suscitado más interés para los no muy numerosos, pero entusiastas, lectores de Levrero en nuestro país).
En extensión, esta novela es equiparable a las otras 5 juntas y supone el corpus y la suma de los temas de la obra de Levrero. Es además una publicación póstuma, pues La novela luminosa aparece en Alfaguara Uruguay en 2005 y Levrero ha muerto en 2004, a los 64 años.
En el año 2000 Levrero recibe una beca Guggenheim, solicitada con la intención de acometer el siguiente proyecto: retomar un texto de 1984 en el que narra algunas experiencias que considera “luminosas”.Para poder reelaborar su libro, La novela luminosa, el autor debe previamente alcanzar un estado mental apropiado, y que pasará por controlar sus horarios de sueño o sus adicciones a la computadora. Para acercarse a su proyecto, Levrero inicia la escritura de un diario, El diario de la beca, que constituye más del 80% de las páginas de este libro, y ya, sólo al final, se nos mostrará, en unas 100 páginas, la esperada “novela luminosa”, versión modificada (o no) de aquel texto de 1984.
En la página 23 asistimos al comienzo de El diario de la beca, “El objetivo es poner en marcha la escritura, no importa con qué asunto, y mantener la continuidad hasta crearme el hábito”. Este tipo de propuesta morosa enseguida nos retrotrae a El discurso vacío, allí la escritura se iniciaba con él fin de mejorar la grafía de la letra y con ella el estado mental del autor. En cierto modo, El diario de la beca puede leerse como una continuidad de lo narrado en El discurso vacío; de hecho, algunos acontecimientos de El diario de la beca ya los conocía por El discurso vacío, como la mudanza del narrador de Montevideo a Colonia del Sacramento, debido a su conviviencia con una mujer y el hijo de ésta, Juan Ignacio, quienes vuelven a aparecer en El diario de la beca. La relación con la mujer de El discurso vacío se rompió y Levrero vuelve a vivir en Montevideo, solo. Aunque mantiene una relación afectiva (que no sexual, al menos durante el tiempo en que el diario se desarrolla) con una mujer, llamada en el texto Chl, que fue la que le llevó a la ruptura con la mujer anterior, quien es ahora, de nuevo en Montevideo, su médico.
El diario de la beca, recoge la experiencia vital de Levrero desde agosto de 2000 hasta agosto de 2001. Las entradas del diario pueden estar escritas a las 5.00 ó a las 6.00 de la mañana, horas a las que Levrero no se ha ido aún a acostar, llegando en alguna ocasión a irse a dormir a las 10 de la mañana. Levrero apenas sale a la calle, donde sufre de agorafobia, y sus horarios rara vez se cruzan con los de los comercios abiertos; lo que conlleva más de una dificultad, que en principio podrían parecernos absurdas. Esto hasta que uno se deja atrapar por el ritmo interno de El diario de la beca, y cae en el mundo aparentemente normal, pero rematadamente distorsionado y kafkiano, de Levrero: la adicción a la computadora, la búsqueda de imágenes pornográficas por la red, o de programas que incrementen las prestaciones de la máquina, que él mismo se encargará de mejorar; las conversaciones con Chl, o con otras mujeres que le sacan a pasear… hasta que nosotros mismos nos veremos aquejados de la “angustia difusa” que envuelve al autor. Símbolos de la muerte, mensajes avisando sobre la muerte de amigos en el contestador del teléfono, símbolos de la decadencia, de la soledad… narrados con humor; descripciones e interpretaciones de sueños, autopsicoanálisis de sus adicciones (notables las explicaciones de por qué dedica tantas horas a la computadora); libreros, palomas, talleres de narrativa, oficinas burocráticas delirantes… novelas policiacas al ritmo de una al día, y continuas autorreflexiones sobre la propia escritura, sobre la imposibilidad de acometer la tarea de reescribir La novela luminosa, y sus mea culpa ante el señor Guggenheim…Según el autor (presentimos) va cobrando algunas fuerzas para enfrentarse a su proyecto (La novela luminosa) en el diario aumentan las reflexiones sobre las percepciones extrasensoriales: telepatía, avistamiento de fantasmas, sueños premonitorios…
Y en la página 455 alcanzamos el texto de La novela luminosa. 100 páginas que ya por sí mismas, si no viniesen acompañadas de El diario de la beca, serían una obra maestra de la última narrativa hispanoaméricana, pero es que además están precedidas de las 450 páginas de El diario de la beca. En La novela luminosa el estilo de Levrero se vuelve más lírico, más denso y anguloso… y Levrero “el loco” nos habla de su convencimiento de que existen más dimensiones de las tres o cuatro conocidas, y nos da ejemplos personales de por qué ha llegado a esos conocimientos.
Entiendo que El diario de la beca pueda exasperar a más de un lector ingenuo, pero he de decir que para mí han constituido un verdadero estímulo creativo. Era adentrarme un día más en las páginas del diario, en esa epopeya de la digresión, de la cotidianidad trastocada, de la lúcida mente loca de un escritor, e incrementarse en mí las ganas de sentarme a escribir, sin pensar en nada más, sólo como un hábito o como un refugio.
La novela luminosa (el libro de 576 páginas) es el más importante de los libros que he leído de Levrero, y creo que ya desde hoy, desde el mes de febrero, uno de las 10 mejores lecturas del año 2011. Posiblemente La novela luminosa sea uno de los libros más destacados de la década pasada en lengua española, aunque para acercarse a él recomendaría leer antes algún otro libro del universo Levrero.
Ya he visto en Internet que Mondadori está reeditando en Uruguay y Argentina al menos dos libros más de Levrero, La banda del ciempiés y Nick Carter se divierte mientras el lector es asesinado y yo agonizo. La solapa del libro de Mondadori que he leído termina diciendo "a la espera de la publicación de sus Cuentos escogidos en una edición al cuidado de Ignacio Echevarría", y es un libro de 2008.Estimados señores de Mondadori: ¿Para cuándo esos Cuentos escogidos, o ya puestos Cuentos completos, para cuando en España La banda del ciempiés o Nick Carter se divierte mientras el lector es asesinado y yo agonizo? Yo, como un personaje de Beckett, como un personaje de Levrero, aguardo, inmerso en esta angustia difusa de la vida.