Revista Salud y Bienestar

La nueva “Viagra femenina”, un fármaco malo, peligroso y caro

Por Miguel @MiguelJaraBlog

La agencia de medicamentos de Estados Unidos (FDA) ha aprobado la conocida como “Viagra femenina”, un fármaco malo, peligroso y caro para una indicación cuestionada, la falta de deseo sexual en la mujer.

A mediados de junio pasado contamos que la FDA estaba a punto de aprobar un nuevo medicamento, la flibanserina, de nombre comercial Addyi, una sustancia desarrollada por el laboratorio alemán Boehringer Ingelheim y que ahora produce Sprout Pharmaceuticals. ¿Cual es su indicación, qué enfermedad “cura”?: trastorno de hipoactividad del deseo sexual en la mujer (falta de deseo sexual) en mujeres premenopáusicas.

Para empezar esta es una “enfermedad” cuestionada. El concepto de “bajo deseo sexual” se introdujo en el manual que usa la psiquiatría para diagnosticar y tratar supuestos problemas mentales, el llamado DSM, en el año 1980 (en la tercera versión del manual).

El “trastorno” se dividió en dos subcategorías en el DSM-IIIR: Trastorno por Deseo Sexual Hipoactivo y Trastorno por Aversión Sexual. En su momento, se consideraba que hasta el 20% de las mujeres podían padecer de Trastorno por Deseo Sexual Hipoactivo, según la Asociación Americana de Psicología.

Addyi sexo

En la última edición, DSM-V, se introdujo una reagrupación según la cual el Deseo Sexual Hipoactivo se dividiría en “Trastorno por Deseo Sexual Hipoactivo Masculino” y “Trastorno del Interés/Atracción Sexual Femenino”.

La definición diagnóstica en el caso de la mujer sería: falta o reducción significativa del interés o atracción sexual acompañado de al menos tres de los siguientes síntomas:

Poco o ningún interés en las relaciones sexuales.
Escaso o ningún pensamiento sexual.
Escaso o ningún intento de iniciar alguna actividad sexual o de responder a los intentos de la pareja.
Poco o ningún placer o excitación sexual en el 75-100% de las experiencias sexuales.
Poco o ningún interés sexual en la estimulación erótica interna o externa.
Escasa o ninguna sensación genital o no-genital en el 75-100% de las experiencias sexuales.

Ningún signo claro de enfermedad, todo síntomas.

-Bueno, pero por probar… ¿Qué eficacia tiene?

-Pues escasa. A pesar de la favorable valoración global, algunos de los expertos de la FDA que han votado a favor de la aprobación reconocen que el beneficio del fármaco es, cuando menos, modesto.

Boheringer Ingelheim descubrió la flibanserina mientras investigaba antidepresivos, pero al constatar que era de eficacia limitada lo desarrollaron para incrementar el número de experiencias sexuales satisfactorias en mujeres con deseo sexual reducido.

En 2009, el comité asesor de la FDA rechazó su comercialización por tener una eficacia reducida para incrementar el número de episodios sexuales satisfactorios: 0,7 episodios adicionales al mes (entendiendo que satisfacción no es sinónima de orgasmo).

Las mujeres en tratamiento también reportaron que había aumentado su deseo sexual, pero solo en 0,3 puntos en una escala de 1,2 a 6.  En 2010, cuando Boheringer abandonó el producto, Sprout Pharmaceuticals lo compró y volvió a solicitar el permiso de comercialización a la FDA, obteniendo el mismo resultado.

-Vaya, es muy poco eficaz, apenas me proporciona medio polvete al mes pero si es seguro, si no presenta apenas reacciones adversas, lo mismo me animo a probarlo…

-Al principio la oposición de la FDA a la aprobación de este medicamento se debía a su falta de eficacia, ahora preocupan también sus efectos secundarios. La flibanserina tiene un mecanismo de acción muy diferente a la Viagra, es más parecida a los antidepresivos y como tal tiene que tomarse todos los días y tarda semanas en producir efecto.

El fármaco se recomienda para mujeres premenopausicas, sus niveles en sangre y sus efectos secundarios aumentan cuando adoptan comportamientos frecuentes en ese grupo de edad como el consumo alcohol, tomar anticonceptivos orales u otros medicamentos, incluyendo tratamientos para la infección vaginal por hongos (fluconazole), para la migraña o para la depresión.

La FDA también señaló que es posible que en su utilización a gran escala pueda aparecer asociación con episodios de suicidio, especialmente en pacientes con antecedentes al respecto y observó un incremento de la depresión en las personas que tomaron flibanserina. El riesgo relacionado con sedación o hipotensión fue importante, del 28,6% en flibanserina frente al 9,4% en placebo.

Además, en los ensayos clínicos se incluyó a mujeres sanas y se espera que la frecuencia de efectos adversos aumente al generalizarse su consumo por la población general.

-Pues menuda oferta, no tiene nada bueno. Si todavía el precio fuera bajo…

-Addyi cuesta unos 300 euros mensuales. El laboratorio productor ha calculado el precio en función de lo que cuestan los medicamentos para la disfunción eréctil de los hombres en USA.

Addyi
Así que si queréis ser diagnosticadas de una enfermedad inexistente y que os receten un fármaco de bajísima eficacia, con muchos peligros y muy caro sóis libres de entender el sexo como todo lo bueno que sucede después de tomar una pastilla.

-¿Cómo es posible que se diseñe una enfermedad para vender un fármaco de esta calidad?

-Tiene que ver con el lobby. El fabricante financió una plataforma de asociaciones femeninas para que lo revindicasen con la excusa de que los hombres disponen de muchos “fármacos sexuales” y las mujeres ninguno. Así es como se ha fabricado la “necesidad” y el “gran avance” que supone la también llamada por el marketing píldora rosa.

Estos argumentos han sido contestados desde posturas feministas más equilibradas y más independientes. Claro es Alan Cassels, experto en “venta de enfermedades” cuando titula Pink pill that kill (la píldora rosa que mata) y abunda en la campaña de marketing y lobby.

Y también tiene que ver con la corrupción institucionalizada. Hay 200 visitadores médicos o representantes de ventas del laboratorio fabricante destinados a 30.000 médicos y doctoras para conseguir que receten lo máximo posible Addyi.

Desde la Plataforma NO Gracias de profesionales sanitarios por la ética enmarcan todo esto en la medicalización de la sexualidad femenina, penúltimo nicho de mercado creado por la industria farmacéutica.

Os dejo un vídeo (en inglés) de mi compañero Ray Moynihan titulado Sexo, mentiras y farmacéuticas sobre cómo antes de este medicamento se orquestó una campaña de marketing para intentar que los parches de testosterona fueran el tratamiento de referencia para la “enfermedad” que nos ocupa:

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