Hablar de una poética de lo informal como típica de la pintura contemporánea implica una generalización: “informal”, como categoría crítica, se convierte en una calificación de una tendencia de la cultura de un periodo. Obra abierta como proposición de un “campo” de posibilidades interpretativas, como configuración de estímulos dotados de una sustancial indeterminación, de modo que el usuario se vea inducido a una serie de “lecturas” siempre variables; estructura, por último, como “constelación” de elementos que se prestan a varias relaciones recíprocas.
Lo informal pictórico podría verse como el último eslabón de una cadena de experimentos dirigidos a introducir cierto “movimiento” en el interior de la obra.
En la escultura encontramos otra decisión de “apertura de la obra”. La forma está construida de modo que resulte ambigua y visible desde perspectivas diversas en distintos modos.
De esto se originan dos problemas implicados no solo por una poética de lo informal, sino por toda poética de la obra abierta:
- Las razones históricas, el background cultural de una decisión formativa semejante, la visión del mundo que ella supone.
- Las posibilidades de “lectura” de tales obras, las condiciones de comunicación a las que se someten, las garantías de una relación de comunicación que no degenere en el caos, la tensión entre una masa de información puesta intencionadamente a disposición del usuario y un mínimo de comprensión garantizada, la adecuación entre voluntad del creador y respuesta del consumidor.
El primer punto presume que las obras, para manifestar de modo acuciante una visión implícita del mundo y los vínculos con toda una situación de la cultura contemporánea, deben satisfacer, por lo menos en parte, las condiciones indispensables del particular discurso comunicativo que se suele definir como “estético”. El segundo punto examina las condiciones de comunicación elementales sobre cuya base se puede luego plantear una comunicatividad más rica y profunda, caracterizada por una fusión orgánica de múltiples elementos que es propia del valor estético.
La obra como metáfora epistemológica
En el primer aspecto, lo Informal se conecta decididamente con una condición general de todas las obras abiertas. Se trata de estructuras que aparecen como “metáforas epistemológicas”, resoluciones estructurales de una difusa conciencia teórica.
No es ésta una indicación del filósofo que quiere ver a toda costa un mensaje conceptual implícito en la actitud de las formas del arte. Es un acto de autoconciencia de los mismos artistas que traicionan, en el mismo vocabulario que utilizan para las declaraciones de su poética, las influencias culturales ante las cuales reaccionan.
Una obra abierta afronta de lleno la tarea de darnos una imagen de la discontinuidad: no la narra, es ella. A través de la categoría abstracta de la metodología científica y la materia viva de nuestra sensibilidad, ésta aparece como una especie de esquema trascendental que nos permite comprender nuevos aspectos del mundo.
Apertura e información
El significado de un mensaje se establece en proporción al orden, a lo convencional y, por tanto, a la “redundancia” de la estructura. El significado es tanto más claro e inequívoco cuanto más me atengo a reglas de probabilidad, a leyes de organización prefijadas y reiteradas a través de la repetición de los elementos previsibles.
En ciertas condiciones de comunicación se persiguen el significado, el orden, la obviedad. En otros casos, en cambio, se persigue el valor información, la riqueza no reducida de posibles significados. Es éste el caso de la comunicación artística y del defecto estético, que una búsqueda en clave de información ayuda a explicar, sin fundamentarlo, por lo demás, definitivamente.
En la dialéctica entre “obra” y “apertura”, la persistencia de la obra es garantía de las posibilidades comunicativas y, al mismo tiempo, de las posibilidades de fruición estética. Los dos valores se implican y están íntimamente vinculados. La apertura, por su parte, es garantía de un tipo de goce particularmente rico y sorprendente que persigue nuestra civilización como un valor entre los más preciosos, puesto que todos los datos de nuestra cultura nos lleva a concebir, sentir y, por consiguiente, ver el mundo según la categoría de la posibilidad.
Fuente: Umberto Eco, Obra abierta, 1962
Anuncios