Me sobrecoge la idea de escuchar que a los espías cubanos apresados en los Estados Unidos, en su momento, los mantuvieron aislados, y sobre todo, que se escriba sobre el tema en odas, como si se tratara de una injusticia desconocida.
Sin hacer comparaciones –puesto que los cinco espías fueron sancionados con pruebas por delitos de espionaje, y los opositores cubanos del régimen totalitario son inocentes, porque ejercer los derechos de opinión política, reunión, asociación y manifestación, son recogidos por la Carta Magna de la ONU como fundamentales– sin embargo, los opositores cubanos están encarcelados en oscuros y sucios calabozos que son testigos de sus sufrimientos, expuestos a torturas constantes, y en algunos casos padeciendo enfermedades –como la tuberculosis o el dengue– por la humedad, la falta de higiene y la precaria alimentación. Aún recuerdo con vergüenza ajena los reclamos de los cinco espías porque en la prisión en los Estados Unidos les repitieron en una semana el plato de pollo, mientras que en las cárceles cubanas esa repetición sería motivo de fiesta; aquí, en las prisiones de la dictadura, algunos viernes, como día festivo, entregan un cuarto del cuarto de pollo que normalmente se reconoce como tal. Basta ver las fotos de los cinco espías cuando llegaron a Cuba para comprender cómo se los ha tratado y cómo se trata a la población penal en la Isla.
En mi caso, y si lo menciono es con el único objetivo que denunciar a la dictadura, me han confinado por nueve meses a pocos metros cuadrados, luego de un año y medio de violar mi derecho –según la sanción que injustamente me impusieron– del pase reglamentario como sí se lo otorgan a asesinos, violadores, traficantes internacionales de drogas, pederastas, entre otros peligrosos delincuentes. Como me dijera recientemente la opositora y periodista independiente Lilianne Ruiz, que yo había resistido sin doblegarme lo que mis captores no serían capaces de soportar.
No creo que las naciones que hoy conforman la ONU se nieguen a apoyar un referéndum donde se le exija a Cuba ”respeto a las libertades de los opositores”. Planteado así, muy pocos y conocidos presidentes de la mafia izquierdista latinoamericana, y otros del resto del mundo que secundan sus dictaduras, se atreverían a negarnos ese derecho.
Repito –la historia me dará la razón– que el presidente Obama comete un gran error fortaleciendo el régimen totalitario, y eso será una mancha que arrastrará en su expediente en materia de política internacional.
Pero somos víctimas de los poderes y no resta más que continuar esperando por esa democracia a la que no estamos dispuestos a renunciar jamás.
Ángel Santiesteban-Prats
3 de mayo de 2015
Prisión Unidad de Guardafronteras
La Habana