Me declaro enemigo de todo acto que genere violencia, sobre todo de aquellos donde se apagan vidas. En la recién finalizada Cumbre de las Américas en Panamá, la banda enviada por Cuba para desestabilizar violentamente los foros en caso de no poderlos manipular una vez más, repartió golpizas.
Una de las justificaciones fue la presencia de Félix Rodríguez, quien tuvo a cargo la captura de Ernesto Guevara (y como dice el escritor cubano Félix Luis Viera: digo su nombre y no su apodo porque no era amigo suyo, menos mío), también a Rodríguez se le dio la orden de ajusticiamiento al comandante guerrillero, quien como la frase de “ quien a hierro mata a hierro muere”, recibió la misma fórmula que en ocasiones utilizo, como ma su llegada a la Cabaña en 1959, en la que causo ríos de sangre, en los fosos de esa fortaleza construida en la colonia para proteger los ataques de corsarios y piratas, sin dar la oportunidad a sus condenados que recibieran una defensa legal por abogados que le representaran en un proceso judicial justo.
También es cierto, sin la intención de defender a nadie, porque una vida me vale tanto como miles, ni en diez vidas el tal Félix Rodríguez podría alcanzar la cifra de muertos que firmó para fusilamiento el comandante argentino.
Cada vez que veo a un ser humano con la imagen del guerrillero, me pregunto si será ingenuidad o conoce la hoja de asesinatos a sangre fría que autorizó y cometió, como cuenta en su libro el comandante Benigno.
El impudor fue la bandera que exhibió la delegación oficialista del régimen de Castro, y sí, es una vergüenza para todos los cubanos.
Ángel Santiesteban-Prats
13 de abril de 2015
Prisión Unidad de Guardafronteras
La Habana