Revista Opinión

La Otomanía

Publicado el 10 septiembre 2015 por Vigilis @vigilis
El gran problema que tenemos en occidente respecto a nuestra dificultad para comprender Oriente Próximo es que desconocemos por completo su historia. Esto es algo muy sencillamente subsanable por el conocido y probado método de abrir un libro. Lamentablemente este problema lo aderezamos con la creencia absurda de que los referentes, las coordenadas mentales son compartidos con occidente. Eso creo que es un error porque por ejemplo en occidente el concepto de tribu es preclásico mientras que en Oriente Próximo es actual. Y este es sólo uno de los miles de detalles que ignoramos o pasamos por alto cuando se trata del tema complicado este de nuestros vecinos del este.

La Otomanía

Solimán pintado por Tiziano. Conocido  por «el Magnífico» entre los cristianos y por «el legislador» entre los musulmanes. Cénit del imperio.

La Guerra Infinita comienza con la desaparición del Imperio Otomano, así que supongo que como mínimo habrá que saber de dónde salen estos mastuerzos, cómo dominaron esa zona del mundo y, si nos da tiempo, dilucidar si realmente eran unos mastuerzos.
Antes de nada: la palabra "Otomano" deriva del nombre del fundador de la dinastía gobernante, un tal Osmán. Así encontramos "otomano" u "osmanlí" (indistintamente) igual que encontramos "Arabia Saudí". Este nimio detalle ya nos da una pista de cuyo hilo podemos tirar para acabar hablando de la distinción fundamental entre los estados del Antiguo Régimen y los países actuales con su soberanía nacional y otras caralladas modernas.
En el Antiguo Régimen —y esto será válido tanto en oriente como en occidente— los estados, las naciones tal como las conocemos no existían (de ahí que en la actualidad apelar al pasado remoto de un territorio para establecer una continuidad histórica sea algo que como mucho se debe coger con pinzas. La mayoría de las naciones modernas son eso, modernas y su origen dificilmente se puede llevar mucho más atrás de la época napoleónica o, por ejemplo, en el caso africano, de la descolonización europea (salvo Etiopía, que tiene una historia rara de narices)). Los territorios que se reconocían mutuamente como espacios de soberanía eran la propiedad personal del soberano, dueño y propietario de esas tierras. En oriente llega hasta nuestros días esa idea de propiedad personal en el caso de Arabia Saudí, en occidente hace algunos años no era raro ver patronímicos en los nombres de los territorios, así por ejemplo tenemos Virginia, Las Filipinas, Georgia... Mi finca, mis coles, mis campesinos, etc.

La Otomanía

Recreación de Osmán I, fundador de la dinastía otomana. La inscripción en una mezquita que levantó su hijo lo llama «héroe del mundo», que es un título que mola.

Bien, ¿por qué me detengo en esta curiosidad? Porque si voy a hablar de la Otomanía es porque precisamente en su territorio se produce la Guerra Infinita y da la casualidad de que ese territorio tiene una mayoría de habitantes que profesan la fe musulmana (y sus diferentes y antagónicas sectas). En ninguno de estos países actuales ha triunfado el modelo occidental de estado, salvo en el caso israelí, que es la excepción que confirma la regla. Hay quien me puede decir que en la actual República de Turquía sí ha triunfado algo parecido a un estado occidental moderno. Cierto, pero es que precisamente Tracia y Anatolia fueron la excepción en la historia otomana (más adelante vuelvo sobre el tema).
Si hablamos de la parte del mundo islámico que comprende Oriente Medio, cuya denominación técnica es morería, ciertamente encontramos una serie de características comunes...
—Eh, un momento, lo de moro viene del latín "maurus, mauri", que era el nombre que les daban los romanos a los habitantes de...
—Que te calles. Continúo.
...como pueden ser el ámbito religioso, la inexistencia de algo parecido al estado-nación, una lengua común transfronteriza, una débil o inexistente industrialización (pequeño detalle que nos informa a su vez de la inexistencia del proletariado, de la organización sindical y de las luchas sociales) y en general sociedades muy apegadas a costumbres tradicionales que en el transcurso de los años han terminado por fundir con su práctica religiosa. Yo muchas veces para resumir la piedra clave del asunto suelo decir que los países árabes nunca han tenido una Paz de Westfalia (ni tan siquiera una Paz de Augsburgo. Recordad que en los siglos XVI y XVII la moda en Europa eran las guerras de religión y este tratado de paz es el primero que dice algo así como que en tu país puedes tener la religión que te dé la gana y yo en el mío también y que no nos vamos a pegar por eso).
¿Y por qué nunca han tenido una Paz de Westfalia? Ajá, me alegra que me lo preguntes. Nunca han tenido algo parecido a una paz religiosa porque esa zona del mundo estuvo toda nuestra historia moderna bajo el mando del sultán de Konstantiniye (Constantinopla, el nombre se lo cambiaron a Istanbul (Estambul) en 1930). De ahí la importancia de saber algo más de los otomanos que lo que hemos aprendido en Lawrence de Arabia.
Los turcomanos
Convenimos en establecer el origen de los turcos en un conjunto de pueblos nómadas que vivían en las grandes estepas y desiertos de la Siberia suroccidental. En el siglo V os ponen a un turco y a un mongol delante y yo creo que no los distinguís (salvo por el idioma, quizás, aunque supongo que no eran muy parlanchines). Los testimonios más antiguos nos llegan de unos siglos después de Cristo por fuentes secundarias y también en alguna litografía en la que aparecen pintados sin los bigotones que acabarían popularizando.
Hay una gran movida que contar sobre Asia Central antes de que las hordas mongolas arramplaran con todo. La gran movida es que todos esos desiertos y estepas que vemos vacíos hoy, antes de los mongoles no estaban tan vacíos. Cuando los mongoles en tiempo récord conquistan Eurasia dejando a la altura del betún al Colectivo Borg, a los Decepticons y a Hitler combinados, aquellas zonas pobladas por los turcos se vacían y aún hoy tienen de las densidades de población más bajas del planeta. Hablo por ejemplo del norte del desierto de Karakum, en lo que va del mar Caspio al mar de Aral.
Tan poco sabemos de esos nómadas que los distinguimos por sus dialectos e idiomas. Así por ejemplo tenemos a los turcos oghuz que se supone que son el origen de los actuales turcomanos (los turcomanos los encontramos hoy en Turquía, Turkmenistán y Azerbaiyán). Toda la franja templada que va desde Crimea hasta Mongolia pasando por Kazajistán fue históricamente poblada por turcos y poco a poco empujados por los mongoles. En algunos casos encontramos a chinos peleando en Siberia y en otros a griegos pagando a alanos para empujarlos contra los persas. Todos los grandes imperios que quedaban al sur de esta franja usaban a estos nómadas para fastidiar al vecino. Pensad por un momento formar parte de un pueblo que es el mercenario oficial de gente bien vestida y con bonitos cortes de pelo. Pensad lo que significa entrenar durante siglos para combatir contra gente que empleaba tácticas tan diferentes como los bizantinos o los tibetanos. Know how.
Aburguesamiento

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No lloréis por Bizancio, Venecia sobrevivió hasta la época napoleónica. Y Génova.

En el siglo VII aparece en Arabia el islam y conquista muy rápidamente las zonas menos interesantes para los bizantinos. Los árabes y los persas emplearán concienzudamente a los turcos como caballería de choque para enseñar el Corán por la vía rápida. Supongo que fueron unos años muy emocionantes para los turcos, que por influencia del zoroastrismo (religión persa), habían mudado de su politeísmo a una especie de monoteísmo que descartaba al panteón tradicional y se quedaba con el dios bueno, Tengri, el cielo sobre el hogar. Las tribus nómadas normalmente —por comparación con los no nómadas— se nos muestran en la historia como pueblos tolerantes en lo religioso. El caso es que al contrario de lo que ocurre con las religiones abrahámicas, las religiones chamánicas no pueden ser comunicadas a otros, no pueden evangelizar, pues parte de la cosa religiosa es pertenecer a ese pueblo. Sin embargo, si tu religión se basa en un libro, puedes comunicarla y a quien se niegue, tunda.
La islamización de los persas lleva a la fractura del imperio. Uno de los "descendientes" del imperio persa será el Imperio Selyúcida. Los selyúcidas hacían frontera por el oeste con el Imperio Bizantino así que en esa zona fronteriza prefirieron enviar a la morralla turca para que los bizantinos (usando a otros turcos) jugarán al tiro al plato con ellos. El problema es que una cosa es contratar a tropas mercenarias para que hagan un trabajo y vuelvan a la cloaca de la que salieron y otra muy diferente guardar una frontera. Los selyúcidas dieron tierras y ciertos derechos a los turcos para convencerlos de quedarse en el oeste, ya en Anatolia.
La frontera, como ocurría en la Castilla del siglo XII, forja el caracter de un pueblo y los turcos pasan a ser una casta de "caballeros" del islam más avezados en el combate que los persas gorditos que se atiborraban a helados en Isfahán. Su sedentarismo se produce en un lugar de paso entre grandes imperios de la antigüedad. Los críos aprenden idiomas, las yurtas pasan a ser alcázares y la idea de defender una frontera extranjera se va transformando en la idea de defender el propio hogar.
Los bizantinos (griegos en su mayoría, aunque también armenios y paracaidistas varios) observaban con preocupación cómo los turcos se estaban poniendo cómodos en el interior de Anatolia. Era emperador en el año 1071 un tal Romanos IV Diógenes, que había pegado el braguetazo de su vida al casarse con la emperatriz viúda. Este emperador tuvo la magnífica idea de empujar la zona tapón donde vivían los turcos hacia el interior del Imperio Selyúcida. Para ello armó un ejército compuesto por la guardia varega (vikingos y anglosajones), mercenarios turcos (eh, hay que pagar la hipoteca) y mercenarios franceses.
Allá fue con su ejército a Manzikert, en el este de la actual Turquía a enfrentarse a los turcos. Al ver el panorama, lo primero que hicieron los franceses fue huir, que es lo que suelen hacer siempre. De la guardia varega no quedó ni uno y al propio emperador lo hicieron prisionero los turcos. Mientras estaba prisionero otra dinastía toma el poder en Constantinopla, luego liberan al pobre hombre y sus paisanos lo dejan ciego y lo exilian a un monasterio. ¡Poca broma con el Medievo!
Total, que por primera vez Bizancio era falible y el interior de la península quedaba expedito para el avance turco. Esto fue la comidilla de los monasterios y casas rectorales de toda Europa. Pocos años después se organiza la primera cruzada y empiezan a pasar cosas sin que los bizantinos pinten mucho.
Paradójicamente, esa gran victoria no fue muy útil a los selyúcidas, pues lo que consiguió fue dar más autonomía a los caballeros turcos, que dividieron el territorio en pequeños emiratos, expulsando para siempre la influencia persa. Una de estas nuevas comunidades autónomas estaba bajo el mando de la familia de Osmán quien será considerado primer sultán de la dinastía de su nombre, esto es, otomana.
Como apuntaba antes, en el siglo XIII, los mongoles conquistan la galaxia y con la toma de Bagdad mandan a tomar por saco al Califato Abásida que por aquel entonces representaba la unidad religiosa y nominalmente política de todo el islam suní. Los continuos enfrentamientos con los nuevos señores mongoles van desgajando paulatinamente la unidad del islam y así se establecen en anatolia diferentes sultanatos de facto independientes o con débiles relaciones de vasallaje.
El último sultanato de importancia que hereda la tradición selyúcida en Anatolia es el Sultanato de Rum. "Rum" es la palabra persa que se emplea para designar a los romanos. Con esto los persas no pretendían insultar a los turcos sino tan solo referirse a su ámbito geográfico: los diferentes "caballeros" turcos se habían colocado en tierras que llevaban quince siglos siendo romanas y catorce siendo cristianas. Si bien es cierto que la mayoría de las ciudades y las zonas de riqueza comercial eran las viejas ciudades jónicas de la costa —en su mayoría todavía puertos seguros para los bizantinos— el interior de la península debería de ser muy diferente respecto al desierto de Siria o al desierto de Kavir en cuanto a villas, caminos y posibilidades agroganaderas.
La Otomanía

Los descendientes de Osmán, ya considerados sultanes, no sólo avasallan ciudades bizantinas, sino que van estableciendo los cimientos de algo parecido a un estado. Naturalmente, en una zona de mayoría griega y cristiana, se ven influenciados por los infieles y hasta influyen en las tramas palaciegas de Bizancio. El sucesor de Osmán, Orhán, ayuda a Juan Cantacuzeno a proclamarse emperador y éste en pago de los servicios prestados, permite a los otomanos cruzar el Bósforo y asentarse en Tracia, lugar al que llevan a los críos, la parienta, la suegra, etc.
Durante el siguiente siglo los otomanos van cobrando importancia hasta llegar a ser una amenaza para Constantinopla. Su cabeza de playa en Europa continúa hasta nuestros días, avasallan a diferentes reinos balcánicos y poco a poco van extendiendo su religión. Países como Bosnia o Albania son de mayoría musulmana por esta cosa que tiene la mezcla.
Desde luego que tras la caída de Constantinopla los Otomanos eran un poder que podía poner en serios apùros incluso al Sacro Imperio. Su conquista de los mamelucos en Egipto hacia mediados del XVI los confirma como la potencia indiscutible en el mundo islámico. Sólo unos barcos en Lepanto logran cortarles un poco las alas y en el siglo siguiente los fracasos en sus asedios a Viena les convencen de que habían topado con su límite (su máxima extensión la alcanzan en la década de 1680).
Estancamiento

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Eyalatos (provincias) en 1803. Al Raqqa coincide casi perfectamente con lo que tiene el Estado Islámico.

Todo imperio basado en la conquista una vez deja de conquistar, se apalanca y entra en una lenta decadencia. Esta decadencia otomana durante los siglos XVIII y XIX se debía a tener la corte más corrupta de la historia: sultanes peleles, funcionarios sobornables, visires incompetentes, etc. Los otomanos juegan un papel secundario en la política europea, normalmente como distracción militar pàra los intereses de terceros países. Así las guerras contra Austria y Rusia que paulatinamente evidenciarán la ventaja tecnológica de las armas occidentales.
También por el levante los turcos chocarán contra los persas y sufrirán una sangría de recursos en guerras que no les aportan beneficios. A esto le unimos una gran centralización del poder en un imperio tan vasto (de Argelia al mar Caspio y de las puertas de Viena a Somalia). Cuando no se ha inventado todavía el teléfono, pretender nombrar a todos los gobernadores de cada sitio y esperar que cumplan fielmente tus órdenes es ilusorio.
Los turcos intentaron jugar la baza religiosa: llevaron todas las reliquias de la morería a Constantinopla y unieron el título de califa al de sultán. Buena idea si colara, pero no coló. Aunque nominalmente se respetara la preeminencia de Constantinopla, la mayoría de los musulmanes no reconocieron nunca la autoridad religiosa del califa otomano. Incluso dentro del propio imperio, en Siria y en Hedjaz, provincias con lugares santos para el islam, se veía a la corte como corrupta y decadente, quizás demasiado occidental.
Decadencia
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Hacia mediados del XIX los turcos estaban bastante hartitos de sus súbditos obsolescentes. De vez en cuando aparecía algún visir modernizador que solía acabar colgado por los pies porque en esta aldea siempre hicimos las cosas de esta manera y no va a llegar ahora un moderno a cambiarnos. Con esto, la política otomana pasó a buscar alianzas con los países occidentales y dejó que en las provincias la gente siguiera con su rollo. La división entre turcos y árabes era patente pero el número de rifles decantaba la balanza del lado turco.
Lo que los turcos no hicieron durante dos siglos, lo habían hecho los rusos, que empezaron a implicarse más en el destino de los pueblos balcánicos a los que veían —supongo— como posibles aliados sobre los que expandirse. A finales del XIX se van logrando en sucesivas guerras las independencias balcánicas, que eran los lugares donde los otomanos cobraban impuestos (era más dificil cobrar impuesto a un pastor de cabras jordano que a un abogado serbio).
Tampoco los turcos fueron ajenos a estos movimientos nacionalistas. Su vieja casta militar de jenízaros había probado su ineficiencia en la guerra de independencia de Grecia. Los jenízaros eran en origen tropas de élite formadas por hijos de los vasallos cristianos de los otomanos. En el XIX su intrigante influencia en la corte superaba a su valía militar y en junio de 1826 el sultán cargó a los cipayos contra los jenízaros, desmanteló sus privilegios y reformó el ejército. El ejército otomano a finales del XIX pretendía ser un ejército con calidad y organización europeas, cosa que todavía sulfuró más a las gentes premodernas de Arabia, Mesopotamia y Siria.
Desaparición
Como es sabido, el Imperio Otomano deja de existir con la fundación de la República de Turquía. Las reformas y la modernización habían probado su eficacia entre los turcos. El problema era que esas reformas nunca habían llegado a las provincias de levante y el sur. Apareció la República Turca, sí, pero todo lo que va desde Damasco hasta el golfo de Adén tuvo que adaptarse en el transcurso de una generación a los cambios que se habían producido en el resto del mundo en los últimos cinco siglos.
Desde la desaparición del Imperio Otomano han pasado unos 90 años (!) y pretendemos que las costumbres tribales, las disputas religiosas y los enfrentamientos preclásicos desaparezcan en un abrir y cerrar de ojos. Jamás existió algo parecido a la construcción nacional en aquellas tierras. Ni siquiera el nacionalismo, que en su forma socialista se impuso en algunos países árabes con mano de hierro, ha sobrevivido a la falta de nada parecido a un proyecto de construcción de una comunidad de intereses compartidos.
Cuando vemos la Guerra Infinita, lo que en realidad estamos viendo es una imagen del pasado. Es así como siempre han sido las cosas por aquellos lares, solo que con armas rusas baratas, llama más la atención.

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