El secretario general del Movimiento, José Luis de Arrese,
impone la Gran Cruz de la Orden de Cisneros
a Demetrio Carceller Segura. EFE
A casi todos les sonará el apellido Carceller. A principios de esta semana todos los medios de información se han hecho eco de la multimillonaria multa (93 millones de euros) que Demetrio Carceller Coll y su hijo, Demetrio Carceller Arce, han acordado abonar a la Agencia Tributaria para evitar penas de prisión de 48 años para el padre y 14 años para el hijo, penas que se pedían por delitos de fraude fiscal continuado y blanqueo de capitales durante más de 20 años. El montante de la sanción económica aceptada por los Carceller y sobre todo la capacidad de éstos para pagarla sin ni siquiera pestañear, ha sorprendido a todos, al igual que ha indignado comprobar, una vez más, que la Justicia, o al menos las consecuencias de su aplicación, no es en modo alguno igual para todos. Los Carceller devuelven lo presuntamente defraudado junto con unos determinados intereses y una multa, pero el grave delito fiscal cometido queda sin castigo, sin pena de prisión, recordemos que la fiscalía pedía para ambos un total de 62 años de prisión.
Una indignación que aumenta hasta cotas muy elevadas si tenemos en cuenta la procedencia, el origen de la inmensa fortuna de la familia Carceller, asunto del que casi nada se ha hablado en los medios de comunicación y que voy a tratar de resumir. Una información que muchos dirán que poco o nada tiene que ver con lo que se contempla en la Ley de Memoria Histórica, pero que es imprescindible que conozcamos para comprender muchas de las cosas que aún hoy están sucediendo en España, otra memoria histórica que no debemos dejar caer en el olvido.
La saga familiar comienza con Demetrio Carceller Segura, un aragonés que de joven se traslada a Tarrasa para llevar a cabo estudios de ingeniería textil. Colabora de forma activa con José Antonio Primo de Rivera en la fundación de Falange Española. Al inicio de la Guerra Civil se incorpora al bando sublevado y pasa a trabajar activamente en la Junta de Defensa de Burgos. En septiembre de 1940 formó parte de la comitiva que acompaño a Serrano Suñer a Alemania para tratar de la colaboración española al lado de Hitler en la II Guerra Mundial. Una comisión compuesta en su totalidad por fervientes simpatizantes del nacionalsocialismo, tales como el propio Carceller, Miguel Primo de Rivera y Dionisio Ridruejo entre otros. Un mes más tarde Franco le nombra ministro de Industria y Comercio, una posición inmejorable para la realización de sus negocios personales. Como muchos otros partidarios de la alianza con Hitler, cambió de postura una vez que la guerra comenzó a ser favorable a los aliados. En 1956, junto con otro falangista y ministro de Franco, Carlos Rein Segura, y un grupo de accionistas de Damm, funda Industrial Cervecera Sevillana, hoy Cruzcampo.
Su hijo Demetrio Carceller Coll, uno de los dos condenados por delito fiscal que logra evadir la prisión a cambio de dinero, fue por largo tiempo presidente del Banco Comercial Transatlántico, constituido el 31 de Mayo de 1950 para hacerse cargo de los bienes del Banco Alemán Transatlántico, confiscados por el gobierno español en 1945, ya acabada la II Guerra Mundial, junto con todas las propiedades alemanas en España, banco que tras varias operaciones fue adquirido por el Deutsche Bank y cuya denominación desaparece definitivamente como tal en 1994, pasando a ser el Deutsche Bank, Sociedad Anónima Española Al amparo de la dictadura participa singularmente en empresas como Campsa, Cepsa, Hidrocantábrico y Banco Herrero interviniendo directamente en importantes negocios como Sevillana de Electricidad (Endesa), o el grupo cervecero Damm.
El otro condenado, Demetrio Carceller Arce, nieto de Carceller Segura e hijo de Carceller Coll, es propietario de una de las más importantes fortunas españolas, además de consejero y accionista de Sacyr (6,04%), consejero de Gas Natural y presidente y accionista, con el 23%, de la cervecera Estrella Damm, es presidente de la petrolera Disa además de accionista de Gas Natural, Ebro Foods y CLH, entre otras empresas de nivel tales como Repsol, Pescanova, Cacaolat, Rodilla… Un imperio levantado en tiempo de Franco, una familia rica y poderosa que sabe que nunca pisará una prisión.
Volviendo a Ángel Viñas, no tengo más que apoyar su tesis de que el Partido Popular le tiene miedo a la Historia. Una historia que entiendo no le conviene al Partido Popular divulgar para no "herir" a toda esa ingente clase empresarial y financiera que nacida de su colaboración con Franco, tanto durante la guerra como a lo largo de la dictadura, sigue hoy en día manejando nuestra economía y nuestros salarios con el beneplácito y apoyo de Mariano Rajoy y su Gobierno.
Nos dice el profesor Viñas que Rajoy tiene pánico a la Historia, que el pasado le produce pavor, de ahí que desde que llegó al poder haya paralizado la desclasificación de documentos ya identificados y eliminado de raíz cualquier aportación económica destinada a la Ley de Memoria Histórica, incluidas las exhumaciones, al mismo tiempo que resalta que sobre este asunto solo se está haciendo algo en aquellas comunidades que no están gobernadas por el Partido Popular.
Y luego los del PP nos dicen que pasemos página...
Benito Sacaluga.