Nadie ya se decanta hacia lo informe.Conocí a una pareja de bisexuales, ella se follaba a otra y a él, y él se follaba a otro y a ella, que oían a Bach mientras jugaban en su dormitorio con globos de vivos colores.Yo, este remedio extraño contra la ambición, pasaba por delante de la puerta abierta de la habitación una tarde lluviosa de primavera y sorprendido y alegre escuché la música y alcé el rabo.Como un fauno encontrado sólo en su laberinto.
Ayer mismo olvidé cómo se conjugan los verbos, cómo se fríe un huevo de codorniz o cómo se aprende a olvidar la muerte repentina de un hijo. Ahora estaba deleitándome con la endemoniada agua de la música vertiéndose por ubicaciones, éteres y baldosas.
Los dos animalitos golpeaban con sus manos los globos de colores y reían como crías de sosiego puesto en entredicho por la sinrazón de una duda anclada en medio del cerebro.
Quise ser amigo de ellos y enseguida dejaron de oír música para darse a la existencia endiablada de intrigas, menosprecios, juegos fatuos, hambres, miserias, decisiones sangrientas, movimientos perpetuos y mil raciones más de miedo a los insectos, a la muerte, al porvenir y al deseo de ojos ajenos que desde su impostura espían sabe dios ni nadie por qué.

Saåad – Pink Sabbath
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