Hay cosas que sólo utilizas en los viajes. Y hay cosas que ni siquiera utilizas en tus viajes: los zapatos monos que te hacen daño en los pies. La camiseta aquella cuyo color no combina del todo con lo demás que te pones regularmente y hasta este libro que ha viajado a tres continentes contigo sin que hayas pasado de la página 10. En la vida diaria es fácil ignorar estos indicios de superfluo, es la maleta de viaje que lo expone a la luz del día.
Decisiones planificada vs. decisiones reales
Por muy cuidadosamente que hayas preparado tu maleta, apuesto contigo que hay algunas cosas que no has utilizado. Yo me llevé 7 kg a Bali (cacharros electrónicos incluidos) y aún así saqué prendas sin usar de mi mochila. La razón es la diferencia entre el futuro lejano idealizado y el futuro inmediato real.
Al hacer la maleta me parece una buena idea llevar aquel top rojo que casi nunca me pongo. Que mejor momento que estrenar algo especial que caminando por la playa contemplando la puesta del sol. En mi habitación casi no recuerdo que el color no me favorece y que el corte es un poco raro. Mi cerebro está demasiado ocupado en comparar la tonalidad del top con la puesta del sol ficticia.
La situación cambia por completo en el momento de vestirme para cenar, a dos pasos de la playa. Este rojo realmente no combina con nada, y menos con mi bronceado tímido que tanto me ha costado conseguir. Así que mejor me pongo la camiseta blanca sin mangas que además realza mi color de ojos.
En el momento de hacer la maleta escogí el top basado en situaciones inventadas sin compararlo con la demás ropa que estaría a mi disposición. Y esto fue exactamente lo que hice a la hora de vestirme: tomar en cuenta todas mis opciones y escoger la mejor, basado en una situación real.
Si no te pones ni de vacaciones…
El momento de deshacer la maleta por lo tanto esconde una gran oportunidad: ¿Qué has utilizado? ¿Y qué no has utilizado aunque en el momento de preparar el viaje estabas segura que lo necesitarías? Si has puesto algo en la maleta para que de la vuelta a medio mundo únicamente para que acabe escondido en el fondo de tu equipaje, vale la pena preguntar si realmente te hace falta. Quizás ahora es el momento de admitir que por muy caro o muy buen de precio / muy mono o muy práctico / muy “fue un regalo” o muy “todos mis amigos dicen que…”, al final del día eres tú quien decide si algo encaja contigo.
No eres un vertedero ni un repositorio de por si acasos. tienes todo el derecho del mundo de rodearte únicamente con cosas que te gustan, que te sirven y que sacan lo mejor de ti.
Si no lo has utilizado en tu viaje, ni en los últimos seis meses, ¿para qué lo guardas?
—
Foto original: Lizzie Guilbert / unsplash