Revista América Latina

La paradoja del periodista estercolero...

Por Gmoperu
LA PARADOJA DEL PERIODISTA ESTERCOLERO...Escribe: Guillermo Peña H.El genial escritor argentino Julio Cortázar fue un hombre que temía convertirse en un pueblero, es decir, tenía pavor caer en la espantosa mediocridad que caracteriza a los habitantes de los pueblos pequeños, de las provincias. Él consideraba, al igual que muchos intelectuales y creadores que se desviven por lo que un no creador jamás se desviviría, que la cultura no permite caer en mediocridades, pues es la posibilitadora de imposibilidades. Desafortunadamente desde la época del gran Cortázar hasta nuestros tiempos, aun se percibe en provincias un permanente proceso de reanimalización, de retrogradación y empobrecimiento en distintos entornos sociales, sobretodo en el sector de las comunicaciones donde habita una prensa indigente y precaria de ideas. Y la provincia de Cañete no es la excepción: estamos contaminados por una “mayoría dominante” que avala y mantiene vigente la distorsión e involución de la información, del lenguaje y la ética profesional que, dicho sea de paso, nunca conocieron. Esa gran mayoría dominante en realidad no es más que una “mayoría dominada” por su propia ignorancia y el facilismo mental que sus directores periodísticos y conductores profesan diariamente en sus respectivos espacios, la gran mayoría de ellos alienados, abúlicos, de cerebros laxos y poseedores de una notable vulgaridad para negociar con notas y coberturas de prensa con distintas instituciones públicas y privadas de nuestra localidad. No olvidar a los egomaníacos cuyo suelo se ubica en la estratosfera y sus “exitosas carreras profesionales capitalinas” han sido elevadas hasta el éter publicitando supuestos logros y encargos privilegiados en medios nacionales que, según afirman, les da un valor agregado a su larga trayectoria para ejercer la docencia y la cátedra en un lugar como el nuestro donde juegan a ser periodistas; individuos que se autocalifican como lo mejor de lo mejor, pero que no son más que eternos residentes de la civilización del espectáculo.“La Civilización del espectáculo“, un ensayo publicado en el 2012 por nuestro Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, en el que critica la banalización de la cultura, el arte y la literatura en nuestra sociedad y denuncia la degradación de los medios de comunicación, la disminución de la inteligencia en esta nueva generación que prioriza el entretenimiento y rechaza la sabiduría y el conocimiento. Dice en uno de sus fragmentos: “La inmensa mayoría del género humano no practica, consume ni produce hoy otra forma de cultura que aquella que, antes, era considerada por los sectores cultos, de manera despectiva, mero pasatiempo popular, sin parentesco alguno con las actividades intelectuales, artísticas y literarias que constituían la cultura. Ésta ya murió, aunque sobreviva en pequeños nichos sociales, sin influencia alguna sobre el mainstream (la corriente principal)”. En sus líneas Vargas Llosa lamenta la sustitución de las ideas por las imágenes inservibles, la supremacía de la farándula y la invasión de los famosos reality shows que se han convertido en el nuevo opio del pueblo.Hoy en día ya no es un absurdo descubrir a un ignorante dirigiendo un programa radial o televisivo mal llamado noticiero, o encontrarse con un reportero estercolero de plaza mayor dedicado a producir notas faranduleras a medianoche, justo cuando los televidentes se van a dormir. Es paradójico escucharlos renegar de la podredumbre televisiva y periodística local, asegurando que los medios están manchados de morbo y sangre, jactándose de ser ellos los precursores de nuestra provincia, aquellos que cambiarán la cruda realidad por una más decente y soportable. Parecen no darse cuenta de la ironía que causan sus disertaciones poco conscientes y que éstas han caído en contradicción con sus actos y labores diarias generando una curiosa paradoja: faranduleros que reprochan duramente el pobre contenido que muestran sus propios medios de comunicación y cuyos formatos —lo único que saben hacer— les permite sobrevivir y subsistir en un entorno cacósmico característico de nuestro tiempo. Peor aún, se dan el lujo de coronarse como los maestros del oficio en una provincia donde el 99% de la prensa no cuenta con la mínima calidad y producción en sus espacios informativos. Es más, prometen arrancar el mal de raíz en unas cuantas horas de taller didáctico y educativo, asegurando a los “impetuosos y talentosos alumnos” un nivel superior al que actualmente se encuentran. O sea, quieren usar la inmediatez y el corto plazo para acabar con la inmediatez en un corto plazo.A ese nivel hemos descendido y estos son los periodistas que dicen ser los mejores del medio. Algunos de ellos ya han llegado tan bajo que no sólo han traficado con el sueño de la utopía periodística, sino que también han utilizado el respetable oficio del periodismo para traficar con el sueño americano de muchos incautos compatriotas que pagaron su visa a la deportación. Lo más lamentable es que personajes como los que describo en estas líneas son los que se catalogan como líderes de opinión, obviamente respaldados por una masa crédula e inculta que aplaude la vanagloria y la incompetencia de los susodichos. “En tierra de ciegos, el tuerto es rey”.Por último, si de algo sirve, no todo es como lo publican los menesterosos de la comunicación. Como conformistas e ignorantes que son desconocen la existencia de personalidades honorables de gran capacidad intelectual, ubicadas en importantes puestos de trabajo y cargos de gran responsabilidad en medios de comunicación de cobertura nacional y en distintas instituciones públicas y privadas que exigen verdadera competitividad y profesionalismo. Esas personalidades son cañetanos cuyos nombres no gozan de una popularidad acorde a su nivel dentro de nuestro ecosistema, pero sus talentos han sido acogidos y recogidos por reconocidas empresas dedicadas al rubro de las comunicaciones. Grandes talentos motivo de orgullo para todos nosotros que urgimos de dignos ejemplos en la denigrada carrera informativa cañetana, que atraviesa una terrible crisis.

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