Revista Sexo

La pasión es una ruina

Por Soniavaliente @soniavaliente_

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El enésimo estudio de una perdida universidad americana –la Universidad de Boise State, de Idaho- mantiene que tener relaciones sexuales con un amigo, contribuye a fortalecer vínculos. Ayudará a fortalecer glúteo, piernas y abdomen pero, créanla, de fortalecer vínculos, así, fraternales, emocionales, nada de nada. O eso le han contado.

Muchas amigas han cometido la temeridad de liarse con un amigo y es lo peor que han podido hacer. Bueno, vale, de acuerdo, hay cosas peores como la muerte pero un suicidio social en una pandilla consolidada no es un drama que convenga desdeñar tal y cómo están las cosas. Porque luego vienen los llantos y hay que elegir. Y su amiga no quiere quedar con los amigos de su churri. Y a ver con quién pasa una la Nochevieja. Con lo caros que están los amigos sin niños. Quita, quita.

Pero lo dice porque aunque, señoras, a priori todas lo tengan cristalino, las cenas de Navidad, de alumnos de EGB, y de empresa están a la vuelta de la esquina. Se lo advierte: no se dejen llevar por el último chupito. Ése en el que está la frontera. Ése, a partir del cual, todos son más guapos, más altos, más listos. Y todo empieza a dar igual y todo es súper justificable. Las cenas de empresa como carnaval medieval como concepto.

Que es lo que tiene tanta celebración que se tiene bastante conciencia de lo que se hace sólo que el pobre Pepito Grillo, laxo y anestesiado como está, pues tampoco molesta. Y entonces, viene la carrerilla, el sprint final. Sabe que se va a estrellar pero la gravedad tira de usted y de sus patines sin frenos hacia ese chulazo del trabajo, de clase o del bar, irremediablemente hacia el desastre.

Háganle caso. Por muchísimas ganas que tengan de fortalecer con ese aparente dios del sexo el abdomen -dice,  la amistad- es una idea pésima. Antes de adoptar conductas de evitación en la máquina de café del tajo durante meses, apúntense al gimnasio. Como rezaba Sabina, la pasión es una ruina. Y le consta que, de eso, Sabina sabe un rato.


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