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La pelota financiera (My god)

Publicado el 01 noviembre 2010 por Francissco

Barbaridades bancarias y financieras, ooh.La pelota financiera (My god)

Prestando varias veces lo que no hay, la despensa bancaria ha quedado vacía por culpa de las insolvencias y, encima, se la hemos tenido que llenar gratis “para que no se hundiera el sistema”. Y ha tenido que ser con nuestro dinerito, claro  ¿Con cual sino, más que con el de los contribuyentes más santos y bobos de la Historia?

Si eres un sátrapa bancario y prestas cien esperando cobrar ciento cincuenta, anotarás en el activo las ciento cincuenta que esperas cobrar en un futuro y poquito a poco ¿Verdad  que tiene narices, queridos marom@s míos,  que tu principal activo sea algo que todavía no existe y que depende de los vaivenes futuros del pagador? Y para colmo, no has prestado tu dinero sino el de tus depositantes. Aaay, que temerario eres, truhan.

Pero has sido clarividente y arriesgado,  oh, águila de las finanzas, como los buenos estereotipos del campeón empresarial. Has pensado que esa casa que valía cien y tú hipotecas por ciento cincuenta, confiando muchas veces en un inmigrante “subprime” pagano, subiría continuamente, confiando que las burbujas no estallan. Y has contado con una inmobiliaria vil y cómplice que, jugando con los agujeros del sistema, ha sorteado los filtros del Banco de España y te ha permitido anotarte el gol del préstamo. Ahí lo tienes, je, je,  en tu cuenta de comisiones por preśtamo firmado, mira que eres guapo, mi niño.

No, este no es dinero real, sino virtual, como nos explicaba el Sr. IA de forma cojonuda en una entrada, peloteos aparte. Pero como tu eres un Amo del Universo, para tí esa es una minucia sin importancia. Es más, esa deuda de un currito junto con varias otras la puedes volver a empaquetar y revender varias veces. Increíble pero real.

Esa es la barbaridad que se empezó a hacer por los USA y se siguió haciendo masívamente por todo el orbe,  mediante una serie de instrumentos financieros paridos por mentes delirantes. Una serie de matemáticos, llamados los quants, impresionaron de tal manera a Wall Street que les hicieron bajarse los pantalones como lelos.

Mediante fórmulas contables novedosas, que pasarán a la historia de las infamias intelectuales, justificaron la imbecilidad máxima. Estimaron que el riesgo general de que la cosa hiciera ”puf”  vendría compensado por los promedios generales del paquete, que se mantendría estable. Pero entonces, Lehman Brothers pegó la petardada, aay, dios.

Era la gran cesta donde se empaquetaban una y otra vez los huevos podridos   -por haber inflado los precios-  y resultó que los huevos reventaron. El rey inmobiliario estaba desnudo y sobrevalorado, las viviendas bajaron de precio y los impagos se dispararon. Como los activos se habían convertido en humo, se cortó el crédito a las empresas y se agarró la pastita pública, recortándola de la inversión general. Tan sabio que se suponía al Dios Mercado y a la hora de la verdad a llorarle a la hucha colectiva, siempre la misma porquería.

Las empresas que no recibían créditos no podían pagar nóminas, despedían al personal y este, a su vez, dejaba de consumir y pagar hipotecas. La debacle, el colmo y la leche en bote. Una caída en cascada de miles de naipes que no paraba ni Cristo.

Los bancos, señor, los bancos de las narices tienen ahora una paradoja fatal. Vendieron humo y les tuvimos que rescatar, pidiéndoles, a cambio, que facilitaran crédito. Pero hacerlo les  supone anotar  -de nuevo-   más humo futurible en los balances, justo el nuevo tabú que ahora quieren evitar, con lo cual la reactivación puede que tarde años enteros.

Un director de sucursal del barrio contaba que vió parar delante de la puerta un coche atestado de gente y de bultos. Del mismo bajó un rumano que llevaba años trabajando en la zona y tenía una hipoteca con la sucursal. Se dirigió al despacho con unas llaves y se las entregó al relatante:  ”Ya no puedo pagar. Ten las llaves del piso. Me vuelvo a Rumanía con mi familia”

Y esto en el mejor de los casos. Muchas veces, sencíllamente, desaparecen sin avisar, dejando los pisos en estado crítico.  Y todo lo que no se cobra es dinero de los depositantes,  existiendo entidades con un nivel de activos “tóxicos” tan elevado que no se quiere revelar.

Pero seguro que no emparedan o ejecutan al cabronazo de director de sucursal, que ignoró el riesgo y prestaba a todo quisqui dineros que no eran suyos. Y encima, ZP  no quiere que los bancos paguen. Con socialdemócratas así…

 

Un saludo deudor. Lo siento…


 


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