Revista En Femenino

La perfección de los bebés

Por Tenemostetas
La perfección de los bebés

La perfección de los bebés


¡Qué perfecta era usted cuando era bebé! Los bebés no tienen  que hacer nada para ser perfectos; ya lo son, y actúan como si lo supieran. Saben que son el centro del universo. No tienen miedo de reclamar lo que quieren. Expresan libremente sus emociones. Uno sabe cuándo un bebé está enojado, y además lo sabe todo el vecindario. También se sabe cuándo están contentos, con esa sonrisa que ilumina toda la habitación. Los bebés están llenos de amor.
Los más pequeñitos pueden morirse por falta de amor. Cuando ya somos mayores, aprendemos a vivir sin amor, pero los bebés son incapaces de resistirlo. Además, aman todo su cuerpo, incluso sus propias heces. Tienen una entereza increíble.
Usted ha sido así; todos hemos sido así. Después empezamos a escuchar a los adultos que nos rodeaban, que habían aprendido a tener miedo, y empezamos a negar nuestra magnificencia.
Yo nunca me lo creo cuando los clientes intentan convencerme de lo terribles y poco dignos de amor que son. Mi trabajo consiste en devolverlos a aquella época en que realmente sabían amarse a sí mismos.
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Véase a sí mismo como a un niño
Si pusiéramos a un niño de tres años en medio de la habitación y empezáramos a gritarle, diciéndole que es un estúpido, incapaz de hacer nada bien, que debe hacer esto y hacer lo otro, que se fije en los desastres que provoca, y de paso le diéramos algún que otro golpe, al final tendríamos a un chiquillo asustado que se sienta obedientemente en un rincón, o un rebelde que destroza cuanto tiene a su alcance. El niño mostraría uno de estos dos comportamientos, pero jamás llegaríamos a saber qué potencial tenía.
Si al mismo niño le decimos cuánto lo queremos y cuánto nos importa, que nos encanta el aspecto que tiene y que es simpático e inteligente, que nos gusta su manera de hacer las cosas y que está bien que cometa errores mientras aprende, y que estaremos siempre a su lado en cualquier situación... ¡entonces el potencial que muestre ese niño nos dejará alucinados!
Todos llevamos dentro un niño de tres años, y con frecuencia nos pasamos  la mayor parte del tiempo gritándole, como mismo hicieron con nosotros. Y después nos preguntamos por qué nuestra vida es como es.
Si tuviera usted una amiga que siempre lo criticara ¿querría estar cerca de ella? Quizá de niño lo trataron así, es una pena, pero eso fue hace mucho tiempo, y si ahora es usted quien opta por tratarse de la misma manera, es más triste aún.
De modo que ahora tenemos ante nosotros una lista de mensajes negativos que oíamos de niños. ¿Qué correspondencia hay entre esa lista y lo que siente que está mal en usted? ¿Son casi iguales? Probablemente sí.
Como base del guión de nuestra vida usamos aquellos primeros mensajes. Todos somos niñitos buenos y aceptamos obedientemente lo que "ellos" nos dicen que es verdad. Sería muy fácil limitarnos a culpar a nuestros padres y a ser víctimas durante el resto de nuestra vida, pero no sería muy divertido... y ciertamente, no nos sacaría del atolladero.
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Cuando somos muy pequeños aprendemos a sentirnos con nosotros mismos y con la vida según las reacciones de los adultos que nos rodean
Es así como aprendimos lo que ahora pensamos de nosotros y de nuestro mundo. Es decir, que si ha vivido usted con personas muy desdichadas o asustadas, o culpables o coléricas, habrá aprendido muchas cosas negativas sobre usted y sobre su mundo.
-Nunca hago nada bien... es por mi culpa... si me enfado soy una mala persona...
Esta clase de creencias generan una vida de frustración.
Cuando crecemos tenemos tendencia a recrear el ambiente emocional de nuestro hogar de la infancia
Es algo que no está bien ni mal; simplemente se trata de lo que por dentro sabemos que es un "hogar". También tendemos a recrear la relación que tuvimos con nuestra madre o con nuestro padre, o la que ellos tenían entre sí. Piense con cuánta frecuencia ha tenido una amante o un jefe que era el "retrato" de su madre o de su padre.
Nos tratamos a nosotros mismos tal como nos trataban nuestros padres. Nos regañamos y nos castigamos de la misma manera. Si escucha, casi podrá oír las mismas palabras. Además nos amamos y nos animamos de la misma forma, si cuando éramos pequeños nos amaban y animaban.
-Nunca haces nada bien, es por culpa tuya... ¿Cuántas veces se ha dicho usted a sí misma: "eres maravillosa, te amo" ¿Cuántas veces se dice usted esas palabras?
Sin embargo, yo no echaría la culpa a nuestros padres
Somos todos víctimas de víctimas, y ellos no podían de ninguna manera enseñarnos algo que no sabían. Si su madre no sabía amarse a sí misma, ni su padre tampoco, era imposible que le enseñaran a usted a amarse a sí mismo; estaban haciendo todo lo que podían con lo que a su vez les habían enseñado a ellos de pequeños. Si quiere usted entender mejor a sus padres, hágales hablar de su propia niñez; y si lo escucha con compasión, aprenderá de dónde provienen sus miedos y rigideces. Las personas que le hicieron a usted "todo aquello" estaban tan asustadas y temerosas como usted.
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Louise L. Hay, fragmentos de su libro Usted puede sanar su vida, Ediciones Urano, 31ª edición. Edición Original: You can heal your life, 1984.

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