Se supone que tener menos hijos (y tenerlos tarde) está relacionado con una mayor incorporación de la mujer al trabajo. Si comparamos la situación de 1950 con la actual, vemos que en los cincuenta la tasa de actividad entre mujeres jóvenes es mínima, mientras que la tasa de fertilidad se mantenía en unos sanos niveles tercermundistas. Hoy, la tasa de actividad entre mujeres jóvenes ha subido, sí, y la tasa de fertilidad ha caído en picado, por debajo del umbral de reposición de la siguiente generación. Independientemente de la tasa de actividad, la tasa de fertilidad sigue cayendo.
Hospital Materno Infantil Teresa Herrera (La Coruña)
Es más, en esta crisis, la diferencia entre las tasas de actividad de mujeres y hombres está aumentando. Sin ponerse a tener hijos como locas, las mujeres jóvenes están o bien en el paro, o bien estudiando. Esto da una nueva dimensión a esa frase que me gusta tanto: "todo lo que puede salir mal, está saliendo mal".Tasa de actividade de 16 a 24 anos
DataTotalHomes Mulleres
2010/I 96,7 52,3 44,4
2011/I 87,4 50,0 37,4
2012/I 84,5 45,1 39,4
IGE-INE. Enquisa de poboación activa (27-04-2012)
Es muy curioso comparar estos datos de Galicia con los del País Vasco o los totales de España. Es una pena no disponer de los datos por provincias, ya que comparando el resto de variables demográficas, la conclusión obvia es que las medias gallegas engañan mucho: la Galicia occidental y la oriental apenas tienen nada que ver. (Hace poco salió un informe Ardán que incidía en la esencia de esto: Coruña y Ponteverda aportan más del 80% de la riqueza galaica, bueno, no de la riqueza, pero si leéis el informe entenderéis lo que digo).
Población y riqueza
Un niño de siete años que lea todo esto se preguntará: ¿mayor población garantiza mayor riqueza? La respuesta rápida es "no". Sin embargo, una gran proporción de población entre los 25 y los 67 años trabajando, sí podemos decir que está relacionada con una mayor prosperidad futura. Hay expertos que afirman que que haya un remplazo generacional constante, asegura la introducción de nuevas tecnologías en los procesos productivos (claro que para esto necesitas tener una base educativa, suponemos que eso ya lo tenemos, no somos Uganda). Sin embargo, una pirámide poblacional "sana" no asegura de ningún modo que la masa de gente con mayor capacidad de trabajo, tenga efectivamente un trabajo y estén produciendo. E incluso a ese profesor de informática amante de las afirmaciones gratuitas que me está leyendo, le podría decir que no sólo el trabajo hace una aportación a la riqueza, sino también el trabajo pasado, una vez convertido en ahorro, e invertido con la sabiduría del campesino temeroso de Dios. Introducir el concepto de rentista cuando se habla de mujeres jóvenes que ni trabajan ni tienen hijos, suena raro, pero qué le vamos a hacer. La capacidad de ahorro total de una población con menor querencia por el gasto (¿los mayores gastan menos?) forma parte de cualquier consideración sobre el cómputo de riqueza. Los ahorros del paisano que muere en las vías del tren, no desaparecen con su muerte, téngase en cuenta.
Abundando en las consecuencias dramáticas de vivir largas vidas sin hijos, está el tema de los gastos sociales. Ante cualquier proyección más o menos ingeniosa de la evolución de la población gallega en la próxima década, se puede afirmar con rotundidad que el actual sistema de seguridad social está quebrado, luego necesitará aportes de otras partidas de gasto. Estaría bien conocer si lo que nos vamos a ahorrar en guarderías y ayudas a la vivienda, podría compensar el incremental coste sanitario y de pensiones de los mayores. No he sido capaz de encontrar datos sobre esto (supongo que esos estudios están cogiendo polvo en algún cajón). Muy a cuenta de esto está el tipo de gasto que se está haciendo: no se invierte lo mismo en cuidados médicos hoy que hace diez años. Una mayor intensidad en el uso de recursos por persona, dispara el gasto. Políticamente es muy difícil de llevar a cabo un ahorro en este sentido, pero este debate acabará saltando en los próximos años.
Sigamos pintando este dantesco panorama. Se suponía que la incorporación de la mujer al trabajo iba a ser un balón de oxígeno para el sistema de pensiones. A grandes rasgos, la primera generación de mujeres plenamente incorporadas al mercado de trabajo se está jubilando. Estas mujeres vivirán en su mayoría hasta bien pasados los ochenta años. Teniendo en cuenta que las pensiones actuales las pagan las cotizaciones actuales y que se retrasa la incorporación al mercado de trabajo, sólo postergar la edad de jubilación puede ser realmente y a corto plazo un seguro para el pago de las pensiones. Lamentablemente, retrasar la edad de jubilación parece tener un "efecto barrera" para los más jóvenes que quieren trabajar. En Francia, Hollande se agarra con pasión al truquito de darle la vuelta a la tortilla: jubilación a los 60 años. Se supone que esto empujará a los menores de treinta a incorporarse al mercado de trabajo. No puedo hacer predicciones sobre lo que pasará en Francia, pero aplicando ese truco a esa residencia de ancianos llamada Galicia, el problema sería que no hay trabajo para los más jóvenes. E incluso habiendo trabajo, nada hace pensar que se dedicaran a reposicionar una nueva generación, luego sería imprescindible abrir las puertas a cantidades ingentes de inmigrantes (con lo que eso significa para otro tipo de gastos y externalidades).
Un grupo de niñas reza en un orfanato de Lippe (Alemania), en 1946. Fuente.
Incluso aunque de pronto hubiera una fiebre emprendedora en Galicia, con creación de nuevas empresas productivas y competitivas que bajaran al mínimo el paro en todas las franjas de edad, esto no nos garantiza la reposición de la siguiente generación. Ese escenario idílico necesitaría gente dispuesta a tener hijos, básicamente inmigrantes. Pero si estos inmigrantes no arraigan, ante un ciclo de contracción económica, volarían del nido, con lo que volveríamos a repetir la situación de partida.Una conclusión rápida de todo esto, la planteo en forma de pregunta: ¿cómo hacer que la gente tenga más hijos aunque no tengan trabajo (sabiendo que tener trabajo no hace que la gente se ponga a tener hijos)?
Consultar:
- Fernández Leiceaga, Xoaquín. Los escenarios demográficos de Galicia y sus implicaciones económicas. Revista Galega de Economía, vol. 9, núm. 1 (2000), pp 1-21.
- La pesadilla demográfica gallega