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Este verano ha comenzado a comercializarse el fármaco genérico de la Viagra, que abarata la pildorita azul de marras. Para otoño se espera una auténtica guerra de precios en el sector farmacéutico. Se calcula que en nuestro país desde 1998 se han dispensado unos 34 millones de píldoras del amor. No en vano, el medicamento más vendido de historia reporta a Pfizer la nada desdeñable cantidad de 2.000 millones de euros anuales a nivel planetario. Todo ello cuando se cumplen 15 años del invento de este vasodilatador que tantas alegrías ha reportado. Al ego de los hombres, dice.
Y durante estos 15 años, 15 que se dice pronto, ¿quién se ha ocupado del deseo femenino? Ay, amigas, el deseo femenino. No teman. A ella tampoco se lo han presentado. Parece ser que las mujeres tendremos que esperar hasta el 2016 para encontrar algo similar, de momento, tan sólo dispensado en ciertas farmacias de Estados Unidos.
¿Una pastilla que devuelve el deseo? ¡Se la pide! Pero no cree que sea tan sencillo. Al igual que no existe una pastilla para no soñar, reenamorarse del marido, o dejar de amar a quien le vapuleó el corazón. Porque los caminos del deseo de una mujer son inescrutables, señoras. Simplemente porque somos complicadas.
Si sólo con pensar en hacer la maleta y cambiar de provincia nos estreñimos del estrés. ¿No han caído en la cuenta de la cantidad de anuncios de microenemas anales para mujeres que hay? Apasionante. Mercado, haberlo haylo. También para la Viagra femenina. Claro que sí.
Una de cada tres mujeres españolas podría padecer en silencio el DSI, Síndrome del Deseo Sexual Inhibido. Llámele monogamia, aburrimiento o llámale X. Y es que el deseo femenino tiene un gran componente mental. Lo activa una voz, un gesto, una admiración, una buena charla. Y también un buen vino y un buen chulazo, no nos pongamos ahora estupendas
Por eso, tiene sus reservas acerca de la vertiente femenina de la pastilla azul porque, por fortuna, el amor de una mujer no es una obra de ingeniería hidráulica.