Ante la escasez de alimentos provocada por una serie de sequías en México, el virrey Juan de Ortega y Montañés sostenía a principios del siglo 18 que la pobreza era una maldición de Dios. “Su Divina Majestad lo quiere así, para que enmendando nuestras vidas y arrepentidos de las ofensas, ocurramos a su divina piedad para que nos socorra”.
Sin embargo, agregaba el propio virrey, “la plebe” no lo entiende de esta manera, ya que “culpa al gobierno como si fuera en nosotros posible hacer que haya trigos y maíces y abundancia de ganados, y como si esto fuera culpa, cargan todas quejas sobre los gobernadores, haciéndolos el motivo de la falta, de la carestía y de todos los males de los pobres”.
Ciertamente, desde tiempos inmemoriales la gente ha culpado de la pobreza al gobierno, pero también es verdad que los gobernantes se atribuyen con frecuencia éxitos que no les corresponden, como sucede con las cosechas agrícolas, que siendo resultado de buenos temporales, se las adjudican a programas oficiales de apoyo al campo.
No obstante, es evidente –y si no que me corrijan los teólogos–, que Dios no creó a los seres humanos para que vivan y sufran eternamente la pobreza; por lo contrario, nos dio un planeta capaz de alimentar a una población mucho mayor que la actual.
Hay quienes insisten, aún en nuestros días, en que la gente es pobre por “floja”, porque no se esfuerza en vencer las dificultades y mejorar sus condiciones de vida. Es cierto que hay indolencia e ignorancia en grandes sectores de la población, ¿pero podemos presumir, al menos en México, de que todos hemos recibido las mismas oportunidades de educación, salud y demás apoyos que el Estado tiene obligación de dar?
Igual que en el siglo 18, México padece hoy la más espantosa desigualdad social. Las zonas de alta marginación contrastan con la opulencia y ostentación de los poderosos, muchos de ellos políticos.
Por lo tanto, concluyo con mi pregunta inicial: ¿Es la pobreza una maldición de Dios… o del Gobierno?
Artículo publicado por el diario La Crónica de Hoy Jalisco en su edición del viernes 13 de febrero de 2015.
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