Poesía de todos. Lucha de todos. Celaya, Hernández. Machado, Lorca, Alberti, Blas de Otero, Silvio, Álvarez…
Maldigo la poesía concebida como un lujo cultural por los neutrales que, lavándose las manos, se desentienden y evaden. Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse. Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren y canto respirando. Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas personales, me ensancho.
No duerme nadie por el cielo. Nadie. Nadie. Soy feliz, soy un hombre feliz, y quiero que me perdonen por este día los muertos de mi felicidad. Cantaban las mujeres en la arena sin norte.
Si mi voz muriera en tierra, llevadla al nivel del mar y dejadla en la ribera. Los tomillos tienen flor y olor de niña desnuda. Si no creyera en lo que creo: hacerse hermano de la vida.
A un rio le llamaban Carlos. Pero otro día toco su mano. Mano tibia. Tu delicada mano silente.
Cuando tanto se sufre sin sueño y por la sangre se escucha que transita solamente la rabia, que en los tuétanos tiembla despabilado el odio y en las médulas arde continua la venganza, las palabras entonces no sirven: son palabras.
A veces ser humano es difícil. Yo fui columna ardiente, luna de primavera. Mar dorado, ojos grandes. El poeta cuya palabra lúcida es como diamante. Si me muero, que me muera con la cabeza muy alta. Muerto y veinte veces muerto, la boca contra la grama, tendré apretados los dientes y decidida la barba.
Este hombre no es de ayer ni es de mañana, sino de nunca; de la cepa hispana no es el fruto maduro ni podrido, es una fruta vana de aquella España que pasó y no ha sido, esa que hoy tiene la cabeza cana.
Desdeño las romanzas de los tenores huecos y el coro de los grillos que cantan a la luna. A distinguir me paro las voces de los ecos, y escucho solamente, entre las voces, una. A las aladas almas de las rosas…de almendro de nata te requiero, que tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero.
No vivimos del pasado, ni damos cuerda al recuerdo. Somos, turbia y fresca, un agua que atropella sus comienzos. Escribo en defensa del reino del hombre y su justicia. Pido la paz y la palabra.
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