Revista Bares y Restaurantes

La posada del centro

Por Laurytyta

La  posada del centro  
Casi todos los años por estas fechas hago una escapada  aprovechando la paga, pero este año, aunque no soy funcionaria, me da que me voy a quedar aquí.
Para no perder la costumbre voy a preparar un viajecito a Madrid y así lo aprovecháis los que estéis pensando en venir.
Una vez tenemos decidido el transporte, ya sea vuelo, tren o coche hay que elegir un hotel.
A mi lo que más me interesa  (a parte de que entre en presupuesto) son solo dos cosas, que tenga buenas opiniones en cuanto a limpieza y que sea lo más céntrico posible para poder acceder a "los imprescindibles" andando ya que creo que lo mejor de una ciudad está en sus calles, sus gentes, su gastronomía... en definitiva su vida y la única forma de integrarse un poquito en ella es pateándola.
Por eso una buena opción parece ser la Posada del Peine, en pleno centro, entre La Puerta del Sol y la Plaza Mayor.
Además el hotel tiene historia, en pie desde el 1610 es el más antiguo de España, se cerró en 1970 para abrir de nuevo en 2005 con la cara bien lavada. Su nombre se lo debe al artículo de cortesía que se ofrecía al huésped. Eso si, atado con una cuerda al lavabo para que no se lo pudieran llevar. Si hay quien todavía se lleva las toallas imaginaos en aquella época la tentación del peine.
Imaginad salir del metro con las maletas y encontrarse de frente el reloj de las uvas con el bullicio de la plaza, caminar cuatro pasos y llegar al hotelito. Subir a la habitación, cambiarse los zapatos y bajar a comer un bocata de calamares a la Plaza Mayor. Después, a perderse por los austrias, unas fotos del Palacio y la Almudena, un pequeño esfuerzo hacia la puesta de sol desde el templo de Debod y vuelta al hotel a cambiarse para tapear por las cavas y cerrar la noche bailoteando en Huertas.
A la mañana siguiente,  bajamos por Alcalá a ver a la Cibeles y de ahí por el paseo del Prado al museo para acabar con unos sandwich en el Retiro.  Por la tarde de rebajas a la calle Fuencarral, Gran Vía y Preciados, dejamos las bolsas en el hotel, nos volvemos a cambiar los zapatos y esta vez a ver que se cuece por Chueca que aunque quede un poquito lejos la vuelta se hace amena porque Madrid sigue despierta.
Pero antes de subir a dormir nos tomamos un buen chocolate con churros en San Ginés que todavía está abierto.
Pues al final no está nada mal quedarse en Madrid.

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