Foto Paul Davis
quedaos el poder
los honores, los fastos...
elijo el sol
Al hablar con amigos, al escuchar la calle, al atender a mis pacientes oigo a menudo que la cosa pinta mal. Los colores emocionales de nuestra sociedad se han oscurecido al predominar la ansiedad y el miedo, la incertidumbre y la desesperanza. Como en un día de temporal, todo parece indicar que es mejor quedarse a cubierto, que no merece la pena exponerse a la lluvia y el frío. Hoy no hice caso de la apariencias y salí a correr entre chubasco y chubasco. Me regalé unos minutos de contacto con mi cuerpo, de inmersión en la naturaleza ahíta de agua que recibió mis pasos regalando frescura. Pese a que mis sentidos no lo veían, el sol seguía estando presente, tanto encima de las nubes como dentro de mí. Uno de mis mejores amigos me enseñó hace años que el tiempo más importante es el que hace dentro de uno. Ya pueden caer chuzos de punta que si por dentro estamos soleados todo estará bien. La buena noticia es que esa climatología interior depende de nosotros. No es buena idea delegarla. Esta vieja intuición ya era conocida por los antiguos sabios, aquellos que despertaron tras años de meditación, aquellos que eligieron vivir en un tonel al oropel del palacio de turno. Dicen que despertar es muy sencillo. Basta abrir los ojos y darse cuenta de lo que la vida nos ofrece. No soy buen ejemplo pero me permito recordar esta posibilidad, es una de las llaves de la salud más potentes que conozco.