El masaje debe ser tan relajante para el que lo recibe como para el que lo da.
Mientras efectúa el masaje, tiene que mantener recta su espalda y emplear todo el peso del cuerpo para dar ritmo y profundidad a sus acciones.
Si trabaja delante de una mesa, separe bastante los pies y flexione levemente sus rodillas, para apoyarse bien cuando haga fuerza con las manos.
Si trabaja en el suelo, arrodíllese en ambas rodillas separadas o doble sólo una, apoyándose en ella y en la planta del otro pie.
No esté mucho rato en la misma posición, y póngase de cara a la dirección que siguen sus movimientos de masaje: mirando hacia la cabeza de la persona cuando el masaje se realiza en el sentido longitudinal del cuerpo, y a su costado cuando los movimientos sean transversales.