Revista Opinión

La prensa española pierde influencia y es humillada por los blogs y las redes sociales

Publicado el 19 abril 2012 por Franky
La petición de perdón del rey ante las cámaras es un gran triunfo de la prensa ciudadana, libre y valiente que está copando Internet y un fracaso de los medios tradicionales, que cada día pierden influencia y prestigio ante unos ciudadanos que no soportan ni perdonan el sometimiento mediático a los chorizos y corruptos que se han hecho fuerte en el Estado, ejerciendo muchas veces el poder de manera abusiva, robando y practicando la arbitrariedad, con insoportable impunidad y sin recibir castigo alguno. --- La prensa española pierde influencia y es humillada por los blogs y las redes sociales Zapatero tuvo que renunciar a ser candidato socialista en las elecciones generales de 2011 porque existe Internet y los blogs y redes sociales crearon un impresionante movimiento de rechazo al inepto presidente socialista. Del mismo modo, el rey Juan Carlos ha tenido que pedir perdón porque Internet se convirtió en un clamor de protesta que puso en peligro la monarquía española. El mundo, afortunadamente, ha cambiado y la opinión pública no es ya un monopolio de editores y periodistas. El ciudadano ha irrumpido en la escena de la comunicación para aportar valentía y verdad, para compensar la cobardía y sometimiento al poder de los medios de comunicación tradicionales.

Si únicamente hubieran existido los viejos medios, los periódicos y las cadenas de radio y televisión, ni Zapatero habría tenido que escapar del primer plano político con el rabo entre las piernas, ni el rey habría tenido que comparecer, compungido y fingiendo arrepentimiento con profesionalidad, ante las cámaras de televisión por su error y falta de sensibilidad al dedicarse a cazar elefantes mientras la sociedad española se arrastra, humillada y asustada, por la pobreza y el estiercol creado por los políticos. Sin una prensa ciudadana libre y pujante en Internet, habrían bastado, como en el pasado, unas llamadas telefónicas a directores de medios desde la Zarzuela y la Moncloa para tapar los dramas que afectaban a Zapatero y al monarca.

Por fortuna, la prensa sometida, tras haberse vendido, alineado con alguno de los grandes partidos y renunciado a la verdad, se hunde. El deterioro debe ser fatal cuando Juan Luis Cebrian, uno de los fundadores de "El País", reconoce que ya no cree en la prensa: "Los diarios de papel ya no vertebran la opinión pública", ha dicho.

La importancia y la influencia de los viejos medios de comunicación desciende cada día más, por fortuna para la democracia y para la decencia. El pueblo se siente traicionado por unos medios que se han vendido a la publicidad y al poder, traicionando su deber democrático de aportar verdad y fiscalizar a los grandes poderes con información libre, crítica e independiente. Los ciudadanos más conscientes, ante la sucia traición mediática, acuden a Internet, donde encuentran información valiente, libre y no sometida al poder y al dinero. Y ese abandono creciente de los grandes medios por parte de los ciudadanos está transformando no sólo el panorama informativo mundial, sino también las costumbres y comportamientos de las clases dirigentes, acostumbradas a ser impunes y a cometer todo tipo de fechorías sin tener que pagar por ello.

Los políticos de todo el mundo sienten cada día más miedo ante la prensa cívica y libre que copa Internet, ante la irrupción fascinante y positiva de millones de ciudadanos que, armados con teléfonos móviles y ordenadores, informan con libertad y frescura, poniendo en evidencia el cobarde y sucio sometimiento de muchos periodistas y medios a los partidos políticos y al poder gobernante. Ese periodismo tradicional, cada día más del pasado, ha cerrado los ojos ante fenómenos y dramas que deberían haber denunciado, sobre todo tres: la corrupción galopante que inunda las estancias del Estado; el asesinato de la democracia y su traicionera sustituición por una oligocracia distatorial de partidos políticos; y el abuso, la ineptitud, la inmoralidad y la impunidad con que se ejerce muchas veces el poder político.

Pero ese miedo de los poderosos a Internet y a la libertad de prensa no está generando un cambio positivo en las corruptas e inmorales clases dirigentes que les incline hacia la decencia, sino todo lo contrario. La tendencia a la libertad y a la fiscalización del poder a través de la información está siendo neutralizada con sucios movimientos del poder hacia el control de los medios libres y maniobras orientadas a comprar, marginar, acosar y hasta asesinar a los informadores libres, con tal de silenciar la verdad. La prueba es que cada año son eliminados más periodistas libres y críticos en el mundo, sin que la sociedad llegue a saber quien los ha mandado matar, pero siendo consciente de que en su mayoría fueron víctimas del narcotráfico y de distintas mafias vinculadas al poder.

La degradación de la información ha sido paralela al deterioro y asesinato de la democracia. Los periodistas libres fueron derrotados en las redacciones y sometidos al poder de los editores, flanqueados por los poderosos marketinianos y los publicistas, que se dedicaron a vender impunidad a los clientes a cambio de anuncios bien pagados, aunque para ello tuvieran que acabar con la libertad de información y de prensa. Después de aquella derrota inicial de la libertad, el desastre sobrevino con gran rapidez: los ciudadanos perdieron su derecho fundamental a ser informados verazmente y los poderosos, aliados con editores y dominando medios, se hicieron cada día más impunes, arrogantes y mafiosos. El resultado: la muerte de la democracia, el imperio de la corrupción y el reino de la indecencia, cumpliendose la advertencia de los pensadores clásicos de que "sin una prensa libre, la democracia es imposible" y también aquella otra que establece que el dominio y de los medios de comunicación por parte del poder "es la columna básica de la tiranía".

La democracia y la justicia, arrasadas y prostituidas por los partidos políticos y sus poderosos aliados, están resucitando poco a poco, gracias a la reacción rebelde y decente de millones de ciudadanos que, cansados de ser manipulados, engañados, maltratados y saqueados por los políticos, buscan verdad y libertad en espacios nuevos. Es una guerra en toda regla entre la sociedad y los tiranos, entre los que luchan por un mundo mejor y los que se empeñan en llenarlo de excrementos. La batalla informativa es uno de los escenarios cruciales de esa auténtica guerra mundial en curso.


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