Reunión de trabajo con periodistas de China.
Cuando supe que en la República Popular China están prohibidas las redes sociales como Facebook, Twitter y YouTube (ellos tienen las suyas), le pregunté a un alto ejecutivo de los medios de comunicación de ese país sobre el porqué de tal prohibición.
–“Porque esas redes son una intromisión de los gringos”, dijo tranquilamente.
Pero no sólo son las redes: Lo primero que percibe un periodista occidental que visita China es que ahí no hay libertad de prensa (al menos como la conocemos en México o en Europa).
Traté de explicarme esta situación y le pregunté a Xiang Peifeng, presidente de la Radio y la Televisión de la Provincia de Hubei (Grupo que informa a 850 millones de personas), sobre los objetivos editoriales de su empresa:
–“Difundir las políticas y opiniones del gobierno y del partido, como el combate al subdesarrollo, y atender a la gente que vive con dificultades”, respondió y agregó:
–“Se publican todas las noticias que tengan efectos positivos, incluyendo críticas contra funcionarios públicos”.
De acuerdo con ello, un alto funcionario de la misma provincia central de China dijo que los medios de prensa son determinantes en la lucha contra la corrupción, ya que se atienden todas las denuncias publicadas por los periodistas, “y los castigos por corrupción son muy rigurosos”, subrayó.
Todo está sujeto a un proyecto nacional
Lo cierto es que en China, a través de un gobierno de partido único que lleva 67 años en el poder, todo está supeditado, incluyendo libertades individuales, a un proyecto de nación que busca la supremacía mundial en diversos órdenes de la vida, entre ellos la económica, sin descuidar los problemas de pobreza y marginación social.
Mientras los profesionales de la comunicación, que suman 200 mil en el país, no obstruyan con sus informaciones los objetivos fundamentales del Estado, pueden trabajar sin problema alguno; de otra manera se exponen a perder su carnet de periodista, sin el cual no pueden ejercer.
En concreto, los medios de comunicación de China están sujetos al poder central del Partido Comunista (con 86 millones de miembros: 15% de la población).
Pero no obstante los apoyos oficiales, los medios de prensa, radio y televisión de China resultan hoy afectados, como en todo el mundo, por el desarrollo de la multimedia; sus ingresos han disminuido considerablemente y se han visto obligados a mejorar la calidad de sus contenidos para sobrevivir.
Libertades a cambio de desarrollo
Vemos así que China sacrifica libertades como las de expresión y manifestación, a cambio de contar con un Estado sólido que permita alcanzar las metas nacionales de desarrollo económico y social.
Por fortuna, en México disfrutamos hasta hoy las ventajas democráticas del sufragio universal y la libertad de expresión, indispensables para enfrentar abusos del poder público y económico, aunque por otro lado, estas libertades se traduzcan con frecuencia en libertinajes que impiden el progreso nacional.
En suma, China sacrifica libertades por desarrollo, en tanto que México sacrifica desarrollo por libertades. ¡Lástima que nadie pueda disfrutarlo todo!
Artículo publicado por el semanario Conciencia Pública en su edición del domingo 7 de agosto de 2016.