La primera paciente que atendí, recién, recién recibido, a la segunda Sesión, me trajo un chocolate.
Hubiera preferido que me trajera una serpiente de cascabel con Gripe A.
Yo miraba el chocolate, la miraba a Ella, sentía como millares de textos giraban y giraban en mi cabeza, sin que ninguno me diera una respuesta.
Así pasaron interminables 10 segundos, hasta que agarré el chocolate, lo puse al costado del escritorio y le dije:
- Te escucho.
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Un domingo a la tarde, a punto de raviolar con mi familia, suena mi celular (que no se apaga NUNCA).
- Hola, licenciado. Soy X. Quería despedirme de Usted. Quería decirle que fue muy bueno conmigo y que me llevo el mejor recuerdo suyo. Ahora estoy yendo para el paso a nivel (vías del tren) del que le hablé la otra vez. Gracias por todo.
Otra vez el carrousel de textos en mi cabeza. Mudos. Veloces, pero Mudos.
- Tenés 10 minutos, nada más que 10 minutos para mí? Es lo único que te pido. – le dije.
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Aguas Verdes. Vacaciones.
Suena mi celular (¿les dije que no se apaga NUNCA?). Una voz femenina me dice:
- Hola, soy la esposa de X, su paciente. Quería felicitarlo porque hizo muy bien su trabajo y logró separarlo de mí. Ahora Usted va a ser el responsable de mi Muerte.
Yo, que ya sabía que el desfile de textos me iba a dejar más en pelotas que una galleta de arroz, apenas atiné a decirle, mientras la señal iba y venía, y la conversación se entrecortaba:
- Hola, X! No veía la hora de hablar con vos! Pero no tenía manera de ubicarte. Tengo muchas cosas para contarte.
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Algunas anécdotas Clínicas. Más que Viñetas, situaciones.
He cursado con excelentes Profesores. Excelentes.
Soy un tipo ávido y los Libros me tiran.
Pero tengo que reconocerlo: NADA me enseñó tanto como la clínica.
Cuando me recibí, iba muy orondo arriba de mi Pony, creyendo que era la reencarnación de Freud, Marx, Hegel, Lacan y Capote De la Mata (ya que estamos).
Los Pacientes me agarraron, del cogote unos, de la solapa otros, de los huevos varios más, y me pegaron tantos sopapos, que finalmente aprendí.
¿Qué? No sé bien.
Pero aprendí.
Quiero seguir aprendiendo toda la Vida.
De los Pibes Estudiantes y de los Viejos Colegas.
Pero, sobre todo, de los Pacientes.
Hay que ser Humildes.
No hay otra.