La princesa y el guisante

Hans Christian Andersen- La princesa y el guisante

En el cuento clásico infantil La princesa y el guisante (publicado por primera vez en 1835), de Hans Christian Andersen, un príncipe soltero está obsesionado no sólo con casarse con una princesa: él quiere una verdadera (deja implícito que, entonces, hay muchas princesas falsas, algo que, mirado desde nuestra época, es coherente ya que las “princesas” abundan en la vida de las niñas de hoy). Luego de mucho buscar sin éxito, llega al castillo una mujer que dice haber sobrevivido a un naufragio. La mujer aparece en el medio de una noche de tormenta, empapada y con un aspecto que, queda claro, no es el de una princesa. Sin embargo ella asegura que es una princesa verdadera. La reciben en el castillo y le preparan un cuarto para pasar la noche. La madre del príncipe heredero coloca un guisante por debajo de los varios colchones y frazadas con los que arman la cama. Dependiendo de si nota o no el guisante mientras duerme, se sabrá si es una princesa verdadera, como ella asegura ser.

La princesa resulta una mujer fuerte, que sobrevive a un naufragio. Delicada, que nota la presencia del guisante bajo tantos colchones y frazadas. Y educada, ya que sólo menciona que había algo en la cama cuando la reina, al día siguiente, le pregunta cómo pasó la noche.

Por supuesto que entonces se casan y el final es feliz, a diferencia de otros cuentos del mismo autor, con finales trágicos.

Esta versión ilustrada por Pau Estrada y editada por La Galera en 2004, tiene algunas modificaciones con relación al original. Sin embargo, no difiere tanto (el argumento es exactamente el mismo, las palabras en su mayoría también), y uno se pregunta, entonces, por qué en la tapa aparece el nombre del que hizo la adaptación, y no el del autor de la historia.

Se puede leer una buena traducción del cuento de Andersen, sin adaptaciones, en la biblioteca de Ciudad Seva:

http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/euro/andersen/la_princesa_del_guisante.htm

Anahí Flores