Siguiendo el modelo tecnológico analizaremos brevemente la producción artística. El modelo tecnológico es el que nos ha de guiar en el análisis. Por tanto, el análisis será muy sesgado por el modelo industrial para el cual las cuatro causas explican exhaustivamente la producción artística. Aunque como se verá más adelante es la producción artística la que sin duda señala los límites del esquema que aporta la teoría de las causas de Aristóteles.
Supongamos en primer lugar dos objetos de la vida cotidiana “un urinario” y unas “zapatillas” para la práctica deportiva. Los ejemplos permiten desligar los objetos, las obras de arte de esa aura (concepto adorniano) que pueda tener cualquier obra de arte y sin embargo, ser catalogado como arte: en el caso del urinario, objeto cotidiano fabricado para un uso ordinario se descontextualiza como lo hizo Duchamp y el contexto nuevo en el que aparece lo termina catalogando como obra de arte. En el caso de unas zapatillas que también pueden ser usadas masivamente, en su origen han sido diseñadas para singularizarse, para diferenciarse pero “masivamente”. En ambos casos lo que me interesa es que son dos objetos que se producen industrialmente, en serie. En el caso del urinario su diseño, su forma simulada o cuasi forma tiene como propósito garantizar la construcción de los efectivos urinarios lo más eficiente posible. La irrupción en un museo es, sin duda, un hecho que en ningún caso forma parte del proceso de diseño industrial. Sin duda, la forma del urinario, ese urinario y no efectivamente otro es su singularidad y su diferenciación aunque no tenga, en principio, ningún rasgo diferenciador por su cuasi forma.
El caso de las deportivas en el diseño si implementan rasgos diferenciadores sobre otras zapatillas, sin embargo, estos rasgos diferenciadores están destinados a producirse masivamente. Mientras que en el urinario la forma (en tanto que entelequia según la denominación aristotélica) se diferencia aunque sea el producto de un proceso que tiene como objetivo la indiferencia, en el caso de las deportivas, la forma, las zapatillas mismas, irrumpe esta vez un acontecimiento de uniformización de igualación.
El análisis anterior, sin duda, puede llevar a equívocos porque algunos considerarán que los dos ejemplos, ni siquiera puedan denominarse obras de arte. Una obra de arte es el David de Miguel Ángel o la Gioconda. Pero estos ejemplos lo que ocultan es el análisis de la producción misma, envolviéndola en un halo de misterio cuasi divino. Lo que se busca es la pura presencia y no aquello que puede ser reproducido y por tanto representado, y en último extremo irreductible a las cuatro causas. Sin embargo, no creo que haya que menospreciar esta perspectiva sino mantenerla en su justa medida (y lo de justa medida es en realidad el verdadero problema, más cercano a la praxis misma que a la poiesis).
Una cita de García Bacca Sobre estética griega (1943) para acabar. Lo relevante de la misma es la noción de cualidad a la que se le dedicarán alguna entrada:
A esta operación originalísima por la que se produce un objeto sin intervención de "sus" cuatro causas, remando contra la natural corriente de las cosas, que a las cuatro causas se amoldan en el curso natural, llamó Aristóteles "poíesis", que voy a traducir por "pro-ducción", por creación cualitativa pura". Y da esta razón: "el verbo poiein no es simplemente y simplísticamente "hacer", sino "producción de cualidad", ni más ni menos. Poi-ón (lo cualitativo), poi-ótes (cualidad), poi-éin(hacer cualidad, cualificar), son cuatro palabras y una raíz lógica. Y empleo el término "pro-ducción", porque producir es "traer a pura presencia" (pro-ducere), simple presentar, sin que haga aparecer en escena las cuatro causas, sin que se vea por-qué, para-qué, de-qué aparece la cosa. Una cualidad real aparece solamente, en régimen natural, en virtud del acoplamiento de cuatro causas; una producción o creación cualitativa pura la presenta sin el concurso de las causas naturales, hace de ella un simple "aparencial" (fenómeno)"