La clave de la producción natural es que la selección natural es la causa eficiente de la evolución o de la producción de especies y organismos. Causa eficiente pero sin agente, entendido este como conciencia capaz de voluntad y entendimiento. La causa final aparece desde el mismo momento en que hay procesos complejos, en los que para llegar a un punto A (un huracán por poner ejemplo), se ha de pasar por una serie de puntos (puntos imaginados por la simulación del fenómeno meterológico) pero en la medida que estos puntos intermedios tienen vecindad con otros procesos que lo facilitan o lo imposibilitan, la finalidad designa el éxito o fracaso del mismo. Una vez más esto es posible concebirlo gracias a las máquinas actuales y cuando hemos desechado la finalidad más grosera, la de alguien “maquinando” planes conspiratorios o diseños “inteligentes”. En este sentido la causa final designa si un proceso se ha llevado a cabo o no. El conocimiento ha tenido como objeto de estudio procesos acabados, solamente el tratamiento de la información y máquinas potentes que lo simulen es capaz también de estudiar procesos haciéndose (a partir de movimientos efectivamente realizados, véase la entrada Frente a la teoría de lo que es…).
. De ahí que la cita de Dennett que escogimos para la entrada “Al principio…” parece en principio confusa. Las razones se distinguen como él dice cuando aparecen algo capaz de teleología, pero tal y como presento la causa final en el caso de los acontecimientos metereológicos se puede hablar de razones, pero esto es así porque es posible simularlos, y las razones son para un sujeto capaz de esgrimirlas.