Revista Filosofía

La producción técnica II.

Por Juanferrero
En varias ocasiones he utilizado el ejemplo de la telemetría para explicar a los alumnos la diferencia entre producción y uso. El contexto pretendía que fuera el de la vanguardia tecnológica, aplicada en este caso a la Fórmula 1 o moto GP. En el caso de la Fórmula 1, el ejemplo pretendía ser sencillo (entre otras cosas por mi desconocimiento de la materia). Sin embargo, si se comprenden algunos conceptos como que el coche puede ser mejorado para cada carrera en la medida que los circuitos son distintos, y que necesitan un tipo de aerodinámica distinta, o en el caso de los frenos en los que según haya más rectas o curvas tendrán unas necesidades u otras,. Otro concepto que se ha de entender es que según algunas informaciones que podemos encontrar en los diarios deportivos un Fórmula 1 está dotado de más de 200 sensores que recogen datos de distintas partes del coche. Si además estos sensores mandan información de manera telemática a ordenadores capaces de tratarla, lo que tenemos es un coche simulado en su comportamiento.
Por tanto, tenemos un coche que es el resultado para unas carreras que varían. En este sentido el coche no está completamente acabado, su acabamiento depende de los reglajes para cada carrera. Los sensores lo que hacen es “dibujar” el coche en su efectivo uso. Y posibilitan tomar decisiones. La importancia del piloto que es el que usa el coche en cuestión es importante. El piloto, por otra parte, no es ingeniero no tiene porque conocer completamente todos los pequeños detalles, sin embargo, la comunicación ingenieros - piloto es de vital importancia para “acabar el coche” para esa carrera y para ninguna otra. La diferencia entre pilotos en este aspecto puede consistir en la lectura que hagan de la telemetría. Suponiendo en el caso de que todos entienden completamente los parámetros que aporta la telemetría, sin embargo, las decisiones que se han de tomar no se deducen mecánicamente. Y en estas pequeñas diferencias en la toma de decisiones, un coche puede estar mejor o peor “arreglado” o “acabado”.
Con este ejemplo pretendo mostrar que la causa final debe ser distinguida de la causa eficiente en el denominado modelo tecnológico (estructural). La causa final supone la lectura de los procesos en su vertiente diacrónica, y la causa eficiente supone los procesos en su vertiente sincrónica. Y tanto para un proceso que describe algo que ya ha sucedido, como para otro que va a suceder, no coinciden. En el primer caso puede que coincidan en tanto que muestra una misma imagen pero el manejo de variables o de variaciones sobre este modelo que nos aporta algo que ya ha ocurrido. El comportamiento del coche durante una carrera, supone que la anamnesis no es papel mojado. Y esto se puede ver tanto en la investigación médica (de hecho el historial clínico se denomina anamnesis) como policial. Un expediente de algo que ha ocurrido, (los datos no son letra muerta), y un “alma” capaz de leerlo puede decirnos cosas que no habían sido dichas porque no habían sido capces de leerlas. Claro está siempre desde la lectura rigurosa y coherente.
En el caso de la toma de decisiones, y por tanto en su versión tendida hacia el futuro, está, en que lo escrito (los datos) no nos aportan la decisión definitiva. Entre otras cosas porque mientras tomamos la decisión, como en una tormenta, las condiciones iniciales que evaluamos están modificando, o no hemos registrado hasta el más mínimo detalle para estar seguro de tomar la decisión adecuada.

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