Reconozco que -en lo que creo será el último post del año- resulta medio raro que les venga a hablar de "lo imposible", justo en este momento de brindis y salutaciones varias, donde se desea y espera hasta el cumplimiento de los imposibles más imposibles de todos.
La cosa es que siempre me llamaron la atención los llamados "imposibles freudianos": analizar, educar y gobernar, tal vez porque -de cabeza dura y contrera, nomás que soy- me dedico y disfruto muchísimo de dos de ellos desde hace años (lo de gobernar, digamos que por ahora no me está interesando).
Mucho se ha analizado y escrito sobre esta frase freudiana: ¿a qué se refiere con "imposible"? ¿Qué sentido tendría entonces enseñar o analizar?
En lo personal, creo que una de las posibles lecturas de esa imposibilidad, respecto a la educación, se relaciona con el hecho de que siempre habrá una cierta insuficiencia respecto de lo que se espera.
Algo no encajará perfectamente.
No cerrará (¡por suerte!) prolijito- prolijito.
La incompletud del ser humano en general, tiene consecuencias también en lo educativo en particular.
Pensar la imposibilidad, supone un ejercicio de detección estructural del acto educativo, considerando, a la manera freudiana, que no todo se puede educar, que no todo es educable, que no todo se puede transmitir, que no todo se puede saber; y que la pretensión de totalidad contrarresta los efectos educativos y sociales que la educación, consciente de sus límites, posibilita. Como dice Meirieu, lo normal es que en educación las cosas no funcionen (2000). Es decir, un intento pedagógico de partir de los límites para hacer emerger algo de las posibilidades. (1)
Me interesa mucho esa idea de reconocer los límites para poder comenzar a registrar, a partir de ellos, las posibilidades, porque afortunadamente, después de tantos años de recorrido por las aulas, puedo afirmar que sólo asumiendo los limites y las dificultades que la tarea presenta, se pueden abrir las posibilidades que hacen que uno vuelva a elegir la profesión una y otra vez.
Este año, mis alumnas del último año de la carrera de Psicopedagogía me eligieron para que las despidiera en el acto de colación.
Y por supuesto que esto me llenó de orgullo y alegría. Porque fueron muchas horas de trabajo compartido. Porque me tocó acompañarlas en los tramos finales de la carrera, con todos los sentimientos encontrados que esto moviliza. Y porque además, les tengo mucho cariño.
Y esta fue también para mí una posibilidad (ya que estamos con este tema) de repensar mi práctica.
Porque además de ser uno de los reconocimientos -el de mis alumnos- que yo más valoro, me animan a seguir apostando a esta forma en la que entiendo la docencia: desde el lugar de la transmisión.
Transmisión de contenidos, de saberes, pero también, -y lo más importante de todo- la transmisión de una posición desde donde pensar(se) y desde donde pensar al otro.
Y porque el vínculo con los alumnos (tengan la edad que tengan) es fundamental a la hora de aprender. Un vínculo que se construye con respeto por las diferencias, con lugar para la pregunta, para el error, para la reformulación. Un vínculo que -aunque cálido y cercano- le escapa al conformismo y no le teme a la exigencia y al esfuerzo.
(Algo de lo que les dije en la despedida, ACÁ)
Es desde ese vínculo construido a lo largo del /los años, que cada cierre de cursada, hago una evaluación conjunta con ellos. Les pregunto qué les sirvió de la metodología que usé, qué cosa me sugerirían cambiar, qué ideas se les ocurren para que trabajar tal o cual tema pueda ser más productivo.
Porque eso también tiene que ver con la transmisión: animarse a abrir la propia práctica, a no quedarse parapetados y protegidos detrás del saber (que ¡afortunadamente! siempre es incompleto)
Aprender a recibir de los alumnos, a dejarse interrogar, a dejarse sorprender.
Y con respecto a esto último, para muestra, basta un botón: les acerco el trabajo que hicieron otras alumnas este año , a propósito de la investigación anual sobre problemáticas adolescentes que les propongo desde la cátedra.
"Profe...¿qué tan formal tiene que ser la presentación del trabajo? ¿Podemos volar un poco?"
Glup. Tragué saliva, respiré hondo, me encomendé a Paulo Freire y les dije: "avanti". (el que no arriesga no gana)
Trabajaron sobre la incidencia de los medios en la construcción de la imagen corporal adolescente, y produjeron, como yapa, una revista ("Metamorfosis") y un blog, para socializar las conclusiones.
El blog que hicieron las chicas, lo encuentran ACÁ
Y el blog "Adolescencias", donde intercambiamos información con los alumnos de las dos cátedras a mi cargo, ACÁ
Y el "mimo" de mis alumnas ACÁ. :)
"La verdadera pedagogía, la que vale la pena ser pensada, afirma cierto respeto a lo imposible"(W. Kohan)
"La relación entre lo posible y lo imposible es el arte de la invención"(Alan Badiou en "La ética y la cuestión de los Derechos Humanos")
Y entonces sí, aprovecho y les deseo un año lleno de nuevas posibilidades para cada uno.
(1) De lo posible e imposible en educación.