No hay país en el mundo –salvo el Vaticano, creo– en el que no exista la prostitución. Pero cuando ha ocurrido un proceso social por más de medio siglo, y que ha proclamado su erradicación, entonces, es merecido que se trate el tema, ocultado por décadas a la opinión pública internacional –como la droga, el juego y otros asuntos que tomaron en cuenta para sostener la dictadura– porque era lo más indicado para el bienestar del pueblo y la nación.
Hoy, la prostitución es un asunto tratado con naturalidad como conflicto social. En todas las ciudades del país existen zonas de tolerancia, aunque el Estado no lo reconozca ni las acepte.
También es ahora normal que en los hogares se hable de jineteras, luchadoras, para no decirles “Hada Madrina” a las mujeres de la familia que sostienen la economía doméstica y a las que antes se refería como “la oveja negra”.
Los periodistas cubanos, haciéndole un homenaje al “secretismo” que han dado por terminado, siguen callando lo que todos sabemos. Si el tema se ha tratado, ha sido a través de las artes, la literatura, el teatro,el cine y la música.
En resumen, otra lección pendiente para ese debate que alguna vez deberá hacer, en libertad y sin tabúes, la sociedad cubana.
Ángel Santiesteban-Prats
24 de febrero 2015
Prisión Unidad de Guardafronteras
La Habana