Revista Psicología

La psicología clínica y de la salud ante las adicciones (Parte II)

Por Yanquiel Barrios @her_barrios
La psicología clínica y de la salud ante las adicciones (Parte II)

Las adicciones constituyen una problemática de salud que ha sido abordada desde una perspectiva fundamentalmente clínica. Todo comportamiento relacionado con sustancias o actividades susceptibles de generar adicciones implica un proceso ante el cual se asumen al menos seis posibles posiciones o estados:

  • el hecho de abstenerse de dicho comportamiento
  • practicarlo de forma social o responsable
  • alcanzar los límites de riesgos reconocidos
  • abusar del consumo o de la práctica
  • devenir en adicto con manifestaciones de tolerancia, abstinencia y compulsión
  • estar en franca rehabilitación.

Para la psicología de la salud es un imperativo priorizar la atención del riesgo y del abuso con medidas preventivas que impidan una evolución incontenible a la adicción.

Para precisar la significación del consumo de drogas como objeto de estudio de la psicología de la salud se debe partir de la conceptualización de dicha rama aplicada de la Psicología y de reconocer cuáles de sus antecedentes aportaron al tratamiento psicológico del paciente adicto. La psicología de la salud ha sido orientada al estudio de los componentes subjetivos y de comportamiento del proceso salud enfermedad y de la atención de salud. Según el Dr. Francisco Morales, se dedica al estudio de aquellos procesos psicológicos que participan en la determinación del estado de salud, en el riesgo de enfermar, en la condición enfermedad y en la recuperación, así como las circunstancias interpersonales que se ponen de manifiesto en la prestación de servicios de salud.

Se asegura que en el plano práctico estos elementos se expresan en un amplio modelo de actividad que incluye acciones útiles para la promoción de salud, la prevención de las enfermedades, la atención de los enfermos y personas con secuelas y para la adecuación de los servicios de salud a las necesidades de los que los reciben. Aunque la Psicología durante la mayor parte de sus primeros 100 años de existencia como disciplina independiente había sustentado su accionar en las desviaciones del comportamiento dentro del reconocido campo de la salud mental, existieron diversos momentos en que se valoró su contribución a la educación y práctica médica en general. Justamente en 1978 la APA ( American Psychology Association) reunida en Toronto aprobó la creación de su sección número 38 con el nombre de Division Health Psychology. En su reunión constitutiva Joseph Matarazzo fue elegido su presidente.

La psicología clínica y de la salud ante las adicciones (Parte II)

El referido autor definió la psicología de la salud como el conjunto de contribuciones científicas, educativas y profesionales que las diferentes disciplinas psicológicas hacen a la promoción y mantenimiento de la salud, a la prevención y tratamiento de la enfermedad, a la identificación de los correlatos etiológicos y diagnósticos de la salud, la enfermedad y las disciplinas relacionadas, a la mejora del sistema sanitario y a la formación de una política sanitaria. Es válido reconocer que en el contexto latinoamericano experiencias previas potenciaron el surgimiento y desarrollo de la psicología de la salud. Por ejemplo en Cuba desde finales de los años 60 los psicólogos se insertaron en los servicios de salud y en 1974 quedó constituida la Sociedad Cubana de Psicología de la Salud.

Según el Dr. Luís Flórez-Alarcón, desde un punto de vista general se reconocen dos vertientes en la psicología de la salud:

  • La psicología social de la salud
  • La psicología clínica de la salud

La primera se ocupa más de la prevención primaria, de la educación para la salud, de la promoción de la salud y de la utilización de metodologías surgidas al interior de la psicología comunitaria. En estas áreas se hace mayor énfasis en la investigación psicológica básica que mejore los fundamentos de sus extensiones al ámbito de la salud con vistas a superar algunos sesgos que en ocasiones le impiden a la psicología de la salud desligarse a sí misma del tan criticado modelo biomédico. La segunda se ocupa fundamentalmente de actividades de prevención secundaria y terciaria.

El consumo de drogas fue objeto de atención de la psicología desde antes del surgimiento de la psicología de la salud. Los antecedentes fundamentales podemos encontrarlos en el desarrollo de la psicología clínica. Con una práctica extensiva se ha desarrollado en el contexto asistencial estudiando al paciente adicto aplicando un modelo de actuación profesional basado en la enfermedad y en la atención individual. No obstante se reconocen avances en la aplicación de técnicas grupales. Por otra parte la psicología médica abordó la problemática de las adicciones a partir de evaluar la repercusión del comportamiento en el estado de salud. Concretándose en el modelo de la enfermedad general, se evaluó la repercusión del uso indebido de sustancias en diversas enfermedades crónicas.

Los antecedentes de la psicología de la salud más directamente relacionados con el tratamiento de las adicciones fueron sin lugar a dudas los aportes de la psicología comunitaria y de la medicina conductual. Un importante hito en este sentido lo constituyó la psicología comunitaria la cual ante la valoración de aspectos sociales opta por el enfoque de la salud mental. La necesidad de la prevención de las enfermedades lleva a sus representantes a formular la necesidad de desarrollar competencias en el ciudadano para manejar el estrés. Estos antecedentes favorecieron el desarrollo de una perspectiva diferente que incluyó el consumo de sustancias como una problemática a abordar.

Por otra parte la medicina conductual valora el papel de los comportamientos aprendidos en el origen de las enfermedades. Ello se aviene especialmente con las enfermedades adictivas. Precisamente en la década de los años 70 del pasado siglo y por tanto paralelamente al desarrollo de la psicología de la salud comienzan a ser aplicadas un conjunto de técnicas de tratamiento desarrolladas para modificar comportamientos como por ejemplo la incapacidad para abandonar el hábito de fumar. El desarrollo de técnicas de biorretroalimentación y la atención priorizada a enfermedades que tenían entre sus factores de riesgo las adicciones hicieron posible el desarrollo de técnicas de deshabituación que aún hoy se emplean con éxito. El análisis conductual no superó el sesgo de centrarse en las manifestaciones comportamentales relacionadas con la enfermedad.

La medicina conductual constituye la raíz más próxima de la psicología de la salud. Este término fue propuesto por Lee Birk en 1973 como subtítulo del libro Biofeedback: Behavioral Medicine. El Dr. Luís Flórez-Alarcón considera que la medicina comportamental promueve el uso de procedimientos derivados del condicionamiento instrumental de respuestas fisiológicas autónomas, para la curación de algunas enfermedades originadas en la alteración de esas respuestas. Conceptualmente se ha definido como un campo interdisciplinario de integración de conocimientos biomédicos y sociales, con el fin de diseñar e implementar procedimientos para la prevención, el tratamiento y la rehabilitación.

La psicología comunitaria y la medicina conductual constituyeron aproximaciones que aportaron significativamente al desarrollo de un enfoque salubrista en psicología y contribuyeron a que se reconociera al consumo de drogas como una problemática prioritaria. No obstante la valoración de la incidencia del consumo de drogas en el proceso salud-enfermedad quedó relegada a desarrollos posteriores que incluyeron un enfoque más centrado en la prevención y promoción de salud. El proceso salud-enfermedad visto como un continuo que es interceptado por momentos de riesgo y también de oportunidad para afrontar con éxito el comportamiento adictivo solo quedó precisado ante la visión abarcadora de la psicología de la salud.

Un ejemplo de ello lo constituye el fundamento metodológico de la dimensión psicológica de la prevención y promoción de salud, el cual propone la transición a través de siete etapas que se inician con el incumplimiento sistemático de una conducta y culmina con el cumplimiento sistemático de dicha conducta. De tal suerte que entre la primera y la última etapa se presentan una serie de barreras de tipo cognitivo o conductual que deben ser superadas por la persona gracias a la aplicación de determinados procesos psicológicos para cada etapa específica. Estas barreras son:

  • Expectativas de reforzamiento-resultado. Sugiere la necesidad de hacer una anticipación de los beneficios que pueden obtenerse con la ejecución de determinada conducta.
  • Controlabilidad percibida y autoeficacia. Apunta a la capacidad que la persona cree poseer para controlar su conducta y a la responsabilidad asumida por la persona en la ejecución de un comportamiento determinado.
  • Actitudes normativas. Hace referencia a la presión social percibida por la persona, que le lleva a actuar de determinada forma o a ejecutar o no determinada conducta.
  • Toma de decisiones. Se refiere al balance entre costos y beneficios que conllevan la ejecución de determinada conducta que debe hacer el sujeto antes de tomar una decisión.
  • Planificación del autocontrol. Se refiere a la planeación y ejecución de habilidades específicas relacionadas con el comportamiento que se pretende adquirir o extinguir para lograr el cambio.
  • Manejo de las contingencias requeridas en el autocontrol. Hace alusión a la ejecución de la acción propiamente dicha, suponiendo el manejo efectivo de las contingencias situacionales requeridas por la acción.
  • Atribuciones cognitivas en la post-acción. Referentes a las atribuciones que la persona realiza acerca de los resultados obtenidos al practicar la conducta, y de las causas de esos resultados, causas que pueden atribuirse por la persona a la conducta (lo cual favorece la consolidación de su ejecución) o a otros factores aleatorios (lo cual debilita la probabilidad futura de ejecución de la conducta)
La psicología clínica y de la salud ante las adicciones (Parte I)

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