El desarrollo de un pequeño está repleto de pequeños estándares, uno de ellos es la psicomotricidad fina del bebé, que se refiere a la capacidad de coordinación de movimientos de las distintas partes del cuerpo con la precisión necesaria, para el cual el niño necesita un elevado nivel de concentración ya que los movimientos realizados por una o varias partes del cuerpo no tienen amplitud sino que son de presición.
Si hablamos de cuando comienzan las habilidades de la psicomotricidad fina del bebé diremos que lo hace de forma progresiva desde los 2 meses que es cuando comienza el proceso de coordinación de manos y ojos, luego de los 5 meses aproximadamente comienza lo que se conoce como “los cimientos de la motricidad”, que es cuando el pequeño ya puede comenzar a tomar objetos con sus manos.
Desde entonces la psicomotricidad fina del bebé continúa desarrollándose en todos los aspectos hasta llegar a la edad escolar, que es cuando sus capacidades se magnifican y se acoplan a nuevas incorporaciones cada vez más fáciles de asimilar.
La psicomotricidad fina del bebé implica para el niño un elevado nivel de maduración y de aprendizaje para la adquisición y pleno manejo de cada uno de sus aspectos ya que hay diversos niveles de dificultad y de presición en cada caso, por lo cual para que el niño consiga la destreza necesaria en la coordinación motora fina debe concluirse un proceso cíclico.
Cada proceso se inicia cuando el niño comienza a realizar una tarea en la que se siente capaz, partiendo de un nivel muy simple, continuando a lo largo de los años hasta conseguir metas mucho más complejas y delimitadas, consiguiendo la maestría en determinados asuntos.
Algunas actividades que estimular y favorecen el desarrollo de la psicomotricidad fina del bebé es dibujar, colorear, pintar, modelar, y jugar a juegos de ingenio como la resolución de laberintos o de rompecabezas.
Vía | Guía Infantil
Foto | Ernst Vikne de Flickr
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La psicomotricidad fina del bebé