No creo que haya un QUÉ que defina el estar siendo, ya sea feminista, machista, comunista, socialista o ecologista o “cualquiercosista”, sino más bien un “DESDE DÓNDE”.
Y en términos de feminismo, no es lo que hacemos, ni lo que decimos, ni lo que nos ponemos, ni lo que nos sacamos, ni lo que rompemos o lo que dejamos sano.
Porque sino se convierte en otro modo de clasificación sectaria que crea otra de las tantas divisiones necesarias para vencer… un sistema de sustento ideológico más funcional al patriarcado que a la genuina distinción de una identidad.
El conjunto total de LAS MUJERES plenas, poderosas, conscientes y presentes, es mucho más poderoso que el conjuntillo de las “feministas”, las “femeninas”, las “marimacho”, las “chupasirios”, las “histéricas”, las “feminazis”, las “de su casa”, las “putitas”, las “mojigatas”…
Yo soy feminista NO femenina.
Yo soy una mujer de su casa NO una puta.
YO “voy a los bifes”, no soy ninguna histérica.
Sin importar si el ser femenina te empodera hasta poder comerte el mundo o si tu ser feminista te vuelve funcional a los movimientos políticos que te usan para generar presencia en las calles… o viceversa.
Sin apreciar si eso de ser “de su casa” no te cuesta ser vampirizada, humillada e impotentizada para sostener una relación y una imagen, o si tu ser puta resulta no siendo el resultado de una violación a tus derechos, sino una elección de estilo de vida …o viceversa.
Porque la etiqueta es una simplificación que eventualmente puede servir para distinguir, pero sobre todo tiende a ser usada para cosificar, (y entre etiquetas incluyo “HOMBRE”, “MUJER” e incluso “HUMANO”)
Somos seres en experimentación de la materia, creados y destinados a la grandeza en nosotros mismos, con la premisa del libre albedrío como motor en esta dimensión. Y entonces DESDE DÓNDE hacemos lo que hacemos, es lo que define todo lo que nuestros actos crearán en el mundo.
Si un hombre decide que va a darle espacio a su pareja porque comprende que energéticamente lo necesita, no será funcional al patriarcado por más que su mujer le planche las camisas. Si, a su vez, la mujer plancha esas camisas porque elije que en el acto de compartir tareas ella prefiere las de planchado antes que otras que él perfectamente puede hacer y de hecho no le molesta, pues lo mismo.
Si una mujer conoce a un hombre y este le dice que no sólo está en pareja, sino que su pareja está esperando a su hijo y aun así elige tener relaciones con él, será funcional al patriarcado en tanto LOS 3 sostienen, implícitamente en sus actos, la idea de que él como hombre tiene derecho a faltar a sus compromisos, y a las lealtades de su propia palabra, en desmedro tanto de los “úteros incubadoras” como de las “vaginas desestresantes”que nunca alcanzan a ser SERES LEGÍTIMOS ante sus ojos.
Y entonces estamos frente a meros OBJETOS DE USO (Sí, claro, el “gran macho alfa” también, porque no es más que un donador de esperma y un vibrador con baterías larga vida)
Pero si LOS 3, (la mujer en cinta, el hombre compañero, la mujer que elige sólo tocar y seguir) están de acuerdo de algún modo (aunque los acuerdos sean parciales, es decir, la pareja tiene sus acuerdos por su lado y los amantes por el otro) y si nadie entrega emociones innecesarias, nadie pide lo que su acuerdo no merece, nadie pisa los derechos de nadie, entonces estamos frente a tres SERES COMPLETOS más allá de cualquier “ismo”, y cualquier convención moral o social .
Y esto sólo para simplificar con un ejemplo la nebulosa de mecanismos que nos vuelven militantes de lo absurdo, usados indiscriminadamente para gritar bien alto que somos libres del mismo mecanismo utilitario que nos define cómo, cuánto y cuándo gritar… y para qué.