Comparto este artículo de Paco Iturbe, reconocido ecologista sobre las aspiraciones olímpicas de Aragón (España) para organizar unos Juegos de Invierno, megaevento que podría tener un importante impacto en los Pirineos.
La quimera olímpica
Por Paco Iturbe
Bueno, pues se acabó la quimera de unas Olimpiadas de Invierno en este soleado lugar. Al menos para esta edición.
Lo de llamarle quimera (aquello que se propone a la imaginación como posible o verdadero, no siéndolo, según la RAE) no es nada original. Sólo hay que leerse lo que el COI nos lleva diciendo desde hace décadas -ojo, a toda España, sea Zaragoza, Jaca, Barcelona o Granada-, que para organizar unos Juegos Olímpicos de Invierno hacen falta tres cosas: experiencia organizativa (aquí no se ha organizado, nunca, ni una sola prueba del circuito de la Copa del Mundo de esquí, por no hablar de Mundiales o eventos mayores) y cultura deportiva (el número de instalaciones, federados o deportistas de élite en cualquier deporte de invierno roza la inexistencia; nuestra presencia en las últimas olimpiadas fue simplemente simbólica).
Enésimo intento por los Juegos de Invierno en los Pirineos aragoneses
Estas dos cuestiones son complicadas de resolver, cada cual es como es, y el nuestro, siendo un país cálido, tiene cultura de otras cosas. Aún así, si nos pusiéramos a ello con todas nuestras fuerzas, tal vez se podría cambiar de aquí a algunas décadas.
Lo que pasa es que la tercera necesidad sí que no tiene solución. Hace falta nieve, mucha nieve, y montañas muy altas. Y aquí, en la soleada España, eso escasea. Valga como botón de muestra que la pista olímpica de descenso necesita unas medidas mínimas de desnivel y longitud… pues en todo Aragón no hay ni una sola pista que llegue a esos mínimos. Es como si un pequeño islote en el que no cabe ni un campo de fútbol reglamentario quisiera organizar un mundial de fútbol.
Una cosa es aprovechar la nieve que se tiene, que la hay, para realizar actividades invernales como, entre otras muchas, el esquí alpino. Y otra muy distinta querer que el esquí sea la principal, cuando no la única, actividad. Es como si Suiza o Noruega decidieran apostar como prioritario por el turismo de sol y playa. Complicado. Y eso sin contar con los efectos, ya visibles, del cambio climático, que apuntan todavía menos nieve.
Hasta ahora, eso sí, las sucesivas quimeras habían servido para colocar a unas cuantas personas, marear al personal y para hacer algo de especulación inmobiliaria. El actual proyecto contemplaba villas olímpicas -nuevas urbanizaciones- en Zaragoza, Huesca y Jaca, que iban a ser construidas al calor de la candidatura olímpica, hubiera o no Olimpiadas.
Pero veamos el lado positivo. El Consorcio olímpico se ha retirado por presiones políticas -de CHA e IU en Zaragoza concretamente-, no por falta de medios. Luego, tenemos ahí todo una serie de personas, instalaciones y medios económicos muy importantes (solamente el director del Consorcio, Manuel Fonseca, ya tenía un sueldo de más de 0,1 millones de euros al año) que quedan ahora libres. Si la voluntad real de este proyecto era potenciar el Pirineo aragonés, úsense todos esos medios disponibles para ello. El Hospital de Jaca por ejemplo está pidiendo a gritos una ayuda. O los espacios naturales protegidos del Pirineo, que están sufriendo unos recortes de medios humanos y económicos que los están poniendo en peligro.
Así pues, creo, bueno sería aprovechar y poner toda esa energía política y económica en esta nueva dirección. Ese sí sería un movimiento olímpico ilusionante, real y por tanto, nada quimérico.
Fuente: http://www.aragon2.com/