Servidor trabaja en la radio desde 1986. 25 años en los que las cosas, desde el punto de vista de formatos, han cambiado bien poco. Básicamente se tira de lo mismo: grandes contenedores de cinco, seis, siete horas; informativos, transmisiones futboleras, tertulias y entrevistas.
Hay géneros, como el del reportaje, que se han ido a freír espárragos porque resultan trabajosos y caros. Y la radio de hoy en día, en líneas generales, no hay ni dinero ni ganas de trabajar. Eso sí, se sigue hablando de reportajes, aunque no lo sean ni por el forro
De lo otro se ha abusado hasta la saciedad y se ha explotado en todas sus variedades y salvo que aparezca una tertulia de tartamudos (cosa que sería curiosa en una emisora de radio) no creo que quede demasiado espacio para la sorpresa.
Lo único que uno ha visto que se ha salido del guión se refiere al genio personal. Gentes como Iñaki Gabilondo, como Carlos Llamas, como Xavier Sardà que a golpe puro de talento conseguían captar el interés del personal.
Lamentablemente esos tiempos, los tiempos del genio, ya han pasado y quizás sea hora de empezar a pensar que, entrados y bien entrados en el siglo XXI, va tocando renovar formatos.
Lo de los programas inacabables de seis o siete horas se hizo siempre con un ojo puesto en la medición de audiencias. El bendito EGM de mis pecados. Pero si acaba triunfando un nuevo modelo de radio, que se siga básicamente por Internet y a base de teléfonos inteligentes como receptores, el Estudio General de Medios acabará arrinconado como algo inútil.
En cualquier caso, está más que claro que no hay nadie que sepa de todo. Y eso significa que el que es bueno para las noticias, probablemente será un muermo para hablar de temas “más ligeros” Así que, salvo devociones inconmovibles, lo más lógico es volver a los orígenes de la radio, cuando los programas eran mucho más cortos y se buscaba especialistas para conducirlos.
La radio se está convirtiendo en un tocho. Difícil de digerir, pesada, deprimente y dirigida a cuatro enterados. Así, ni se capta a la audiencia joven…ni sobrevivirá la audiencia madura. La de las personas mayores puede que sí, más que nada porque se trata de gente de costumbres que no las cambia de un día para otro. Pero, con todos mis respetos, nos enfrentamos al “inevitable hecho biológico” (recordando los partes médicos de Franco). Vamos, que esa audiencia se va muriendo poco a poco. Así que si se quiere que esto de la radio no se muera con ellos, toca repensar. Quizás sólo con pensar ya habría bastante.
Algunas cosas, como la guerra del futbol, también obligarán a hacer otro tipo de cambios. Pero de eso ya hablaremos en otro momento…