The shape of things de Neil La Bute, 2003.
La realidad no es algo a lo que podamos acceder de manera objetiva. Existen numerosas interpretaciones de lo que podemos llamar realidad, quizás tantas como personas existen en el mundo. La manera en que vemos, pensamos y entendemos las cosas depende de múltiples factores: temperamento heredado, estilo de crianza de nuestros padres, experiencias de vida, etc.
Todos estos elementos contribuyen a formar los filtros a través de los cuales vamos a leer el mundo que nos rodea y a nosotros mismos. Donde uno ve un problema, otro ve una oportunidad; donde alguien percibe peligro, el de al lado asume un desafío; quien es rechazado aquí, es aceptado más allá.
La película de la cita lo ejemplifica ante el debate que se genera en relación a un grafiti en una obra de arte censurada donde los personajes Phillip (Frederick Weller), Jenny (Gretchel Mol) y Evelyn (Rachel Weisz) ven este hecho desde perspectivas bien diferenciadas. Mientras los dos primeros lo veían como un acto de vandalismo o pornografía, Evelyn lo observaba como una proclama contra esa censura. Problema y peligro desde un punto de vista; oportunidad y desafío desde el otro.
La Terapia Cognitiva se basa en este principio de las distintas interpretaciones para conceptualizar los trastornos psicológicos y los problemas de conducta. La idea es que no vamos a sentir y actuar en función de los hechos que suceden, sino como consecuencia de cómo pensemos dichas situaciones. Esto es posible porque cada individuo elabora esquemas con los que interpreta la información del medio externo e interno. Cuando alguna de dichas estructuras cognitivas es demasiado rígida, se basa en prejuicios infundados o tiene algún tipo de distorsión, se transforma en fuente de malestar para la persona y su entorno.
Los pacientes que padecen trastornos de ansiedad, con frecuencia presentan distorsiones a la hora de interpretar al entorno y a sí mismo. El mundo, o cierta porción de él, es visto como un lugar excesivamente amenazante y el propio sujeto se percibe sin herramientas para hacerle frente, con un alto grado de vulnerabilidad.
El proceso terapéutico que aborde la ansiedad y sus trastornos específicos deberá, en principio, comprender muy bien cómo se configuran estas distorsiones en cada paciente. A qué teme, de qué manera, con qué formas de afrontamiento desde lo conductual; para luego poder planificar las estrategias necesarias que intenten modificar esas interpretaciones catastróficas y las consecuentes conductas disfuncionales que mantienen el problema.
El objetivo, en última instancia, es lograr que el paciente incorpore la noción de que la manera en que está viendo las cosas es una de las tantas posibles, no la única, no la verdadera, pero sí una que lo hace sufrir. Allí es donde se abre la puerta para el cambio, en donde las distintas interpretaciones son buenas e incluso vitales, generando una flexibilización cognitiva que nos permite poner en tela de juicio el pensamiento rígido y catastrófico que genera malestar.