Revista Televisión
En esta semana de regresos y estrenos, yo sigo despidiendo a las series que nos han acompañado a lo largo del verano. Unas con más suerte que otras. Hoy le toca el turno a "Falling Skies" la serie que produce Steven Spielberg y que emite TNT. ¿Valoración general? Sinceramente, meh. La primera temporada no fue para tirar cohetes, pero tuvo su aquel. La segunda comenzó con ganas, dispuesta a superar su primer año, peor ha sido una ilusión. No digo que haya sido mala, porque la función de entretener la ha cumplido. Pero ya. Lo mejor es comenzar ya con el repaso a la season finale, así que si no sabes qué es eso que cae del cielo, no sigas leyendo. De lo contrario, ven a mirarte al espejo conmigo y con Hal, a ver qué descubrimos.
La llegada de la Segunda de Masschusets a Charleston altera los planes de Arthur Manchester (Terry O'Quinn), que, aunque ejerce de primer presidente de los nuevos Estados Unidos, prefiere hacerse llamar "líder de la mayoría". Muy majo él. A todo esto, que nadie se piense que Charleston es la octava maravilla (yo me esperaba un Marina D'Or cuanto menos); es, aparentemente, la parte baja de un centro comercial, que tiene electricidad y agua como si no hubiese pasado absolutamente nada. Maravillas de la televisión. La regla en Charleston es pasar desapercibidos: al menor signo de posible ataque alienígena, a hacerse los muertos, nada de presentar batalla. En Charleston a Weaver (odio absoluto hacia este señor de acento insoportable) le espera su hija, aquella que hace un par de capítulos le dio la patada y decidió seguir haciendo su vida junto a su novio. Y ahora que el novio está fuera de juego, la nena vuelve con su papi. La verdad es que me importa bien poco. Cuando Arthur ve que Tom Mason es un líder mucho más carismático que él, y que ofrece a los charlestonianos una alternativa a la que le tienen muchas ganas, decide quitárselo de en medio. Pero muy sutilmente, a través de Pope (ay Pope, qué personaje más decepcionante). Y el tiro le sale por la culata. Todo muy innecesario, porque al final las cosas siguen como estaban, aunque con algo más de intervención militar (en esta serie toda la trama militar es un poco de vergüenza ajena).
La llegada de la sección revolucionaria de los Skitters (a modo de resumen, los bichos pequeños están hasta la coronilla de los bichos grandes) hace que todos los habitantes de Charleston se unan a ellos y decidan hacer frente común a los aliens malos. Ben se presenta como intérprete de Skitter Ojo Rojo, el nuevo BFF de Tom Mason. Antes de irse de misión, Hal y Ben tienen una conversación de amor fraternal de esas que quieren emocionarnos. Ay, sí, qué bonito. Y la pavisosa de la Doctora nos confiesa que está embarazada pero "no quiero decírselo a Tom hasta que vuelva de su misión porque así, si muere, seré la víctima del mundo y todos me querrán. Aunque, ¿por qué no irme yo también a la misión y poner en riesgo a mi bebé?". Dicho y hecho, la doctora acompaña a los peces gordos de la Segunda de Massachusets a su misión. ¿Resultado? Un muerto (Dai), un bicho grande asesinado, un embarazo al descubierto y un Ben desmayado. Y de regalo, la aparición de Karen (benditas apariciones las de esta mujer), que es más mala que el diablo. Con la misión cumplida esla hora de dejarnos dos regalitos de cara ala tercera temporada: por un lado, el bichito que ha invadido el cuerpo de Hal. Esto ya lo hemos visto en Tom y no nos llevó a ningún sitio, así que, NEXT. Y por otro, la aparición, en una nave espacial, de un nuevo tipo de alien. ¿Otro más? Aliado o enemigo, reza la promo de TNT. Me importa más bien poco. Si es enemigo, espero que mate a toda la humanidad (excepto a Maggie y su pequeño secreto). Y si es aliado, espero que mate igualmente a toda la humanidad (excepto a Maggie y su pequeño secreto).
La temporada comenzó bastante interesante, pero fue algo pasajero. De hecho, aunque no han sido malos para nada, los últimos capítulos me han decepcionado. Y más, teniendo en cuenta las dos tramas que nos presentan para dar cuerpo a la próxima temporada.