Desde 2005 la Constitución de Colombia permite la reelección presidencial. El primer mandatario que estrenó esta reforma fue Alvaro Uribe Vélez, obviamente. La reelección presidencial es una especie de voto de confianza o de aprobación al gobernante que se encuentra en ejercicio, y permite que éste ejerza el poder por ocho años.
El presidente Juan Manuel Santos ha llegado a niveles de aprobación muy altos durante su gestión, y en cierta forma podemos decir que le ha ido bien. Sin embargo, el tema de la reelección es de esos tópicos que todavía no cuajan dentro del sistema constitucional y político colombiano por falta de tradición en ese tema, y por falta de conexidad entre las instituciones jurídicas y el sistema de prolongación del poder presidencial por más de un periodo, como sí sucede en Estados Unidos, donde el sistema político y constitucional se amolda perfectamente a la aceptación del ejercicio de más de un periodo presidencial; incluso, fue durante el gobierno de Harry Truman cuando se modificó la Constitución de Estados Unidos para prohibir que la reelección presidencial fuera indefinida.
El tema por lo tanto no debe depender de un "gustico" o de "me gusta" la reelección, el tema depende de la conveniencia institucional y política de reelegir a un presidente por más de un periodo dentro de las actuales circunstancias por las que atraviesa el país. La reelección de Alvaro Uribe Vélez se dio en un contexto de conjunción de fuerzas para resolver un problema de orden público que requería una solución innovadora, pero que en mi criterio no puede ser permanente. Colombia todavía se encuentra en una situación de "guerra interna", en la que unos grupos subversivos todavía están en franca oposición al Estado colombiano. Sin embargo, tenemos que decir que la situación hoy en día es muy distinta a lo que vivimos hace ocho o nueve años, cuando la guerrilla de las FARC decidió ponerle fin al proceso de paz que tan bondadosamente le había planteado el presidente Andrés Pastrana. Las FARC dejaron pasar una oportunidad de oro para entrar en la institucionalidad, y de paso ponerle fin al conflicto colombiano. Posteriormente, la política de seguridad demócratica de Alvaro Uribe Vélez disminuyó notablemente el poder de combate de esta guerrilla y por primera vez en cuarenta años se habló "del fin del fin".
Colombia hoy en día es un país distinto, y aunque todavía hay unos índices de pobreza muy graves, podemos asegurar que el futuro de nuestra nación es promisorio. Precisamente, es por esta razón que el presidente de Colombia Juan Manuel Santos debe pensar seriamente en declinar su legítima aspiración de hacerse reelegir para un nuevo período. La reelección, como ya dije, no alcanza todavía a cuajar en el sistema político y constitucional del país; es un sistema que ha funcionado muy bien en regímenes parlamentaristas, pero en los presidencialistas todavía se cuestiona su conveniencia, con la excepción de Estados Unidos.
Un periodo de cuatro años es suficiente para ejercer la presidencia, y sobre todo en Colombia, donde el poder presidencial es enorme. En 2006 se reeligió al presidente en ejercicio, por razones excepcionales, y por la coyuntura que se presentaba en Colombia en ese momento. Sin embargo, hoy en día, lo mejor que puede hacer un presidente es declinar esa aspiración para darle continuidad y evolución al sistema político de la Constitución de 1991. La reelección presidencial puede ser una herramienta útil en un momento de nuevas coyunturas, y por lo tanto entrar nuevamente a restringirla sería una pérdida de tiempo; pero lo que sí es cierto es que el mandatario que tiene la investidura presidencial puede decidir no presentarse nuevamente para un nuevo período, y de esta forma, asegurar que la normalidad jurídica e institucional del país siga de acuerdo con los cauces de la Constitución de 1991. Es prematuro hablar de reelección presidencial en estos momentos, pero andan rumores por ahí de una posible propuesta al presidente Santos para que se lance nuevamente en el 2014.
El presidente Santos, que tiene fama de buen estratega, debería continuar en estos años su política de "prosperidad demócrática", y dejar en el 2014 que una nueva generación de colombianos que se han preparado a conciencia para regir los destinos de Colombia entren en la competencia para asumir la primera magistratura del Estado. Si las cosas siguen bien, en el 2014 el presidente Santos saldrá con niveles muy altos de aprobación, como le sucedió a Alvaro Uribe Vélez en 2010, sin embargo, embarcarse en otro mandato presidencial puede ser menos deseable y conveniente.