La reflexología facial suele utilizarse de apoyo en el tratamiento de parálisis facial, neuralgias, epilepsia, daños cerebrales, desequilibrios hormonales, tartamudez o dislexia, estrés y problemas de columna o postura, entre otros.
A través de presiones manuales y movimientos cortos y dinámicos sobre el rostro y el cráneo, se equilibran las alteraciones orgánicas, físicas y emocionales, logrando el bienestar. Se obtiene además un beneficio estético, ya que al presionar y estimular la circulación del rostro, se devuelve la tensión a los músculos y se irrigan las líneas de expresión, logrando una apariencia más tersa y suave.