Revista Cine

La règle du jeu

Publicado el 05 julio 2013 por Ganarseunacre @ganarseunacre

Por J.C. Vinuesa.

La règle du jeu (1939) Las reglas del juego


Jean Renoir

La règle du jeu

Jean Renoir

La règle du jeu

Reparto (Imdb)

Nora Gregor... Christine de la Cheyniest (as Nora Grégor)

Paulette Dubost... Lisette, sa camériste

Mila Parély... Geneviève de Marras

Odette Talazac... Madame Charlotte de la Plante

Claire Gérard... Madame de la Bruyère

Anne Mayen... Jackie, nièce de Christine

Lise Elina... Radio-Reporter (as Lise Élina)

Marcel Dalio... Marquis Robert de la Cheyniest (as Dalio)


             Cuando La regla del juego se repuso en el año 1965 con honores de estreno, la “nouvelle vague” estaba en su pleno esplendor. Los directores que habían dado lugar a este movimiento, daban la espalda al cine académico de los Carné y Clement, iniciando un movimiento cuyo avance estaba movido por hilos como la sensibilidad, la espontaneidad y el deseo de reflejar la vida tal y como libremente se manifestaba en las calles de París. El París que luego luchó en el Mayo del 68 conectó con la película de Jean Renoir, aunque fuera rodada casi treinta años antes. El espíritu de esta conectaba con aquellos nuevos tiempos cambiantes, que como afirmaba Pasolini, no cambió nada. Rodada en 1939, es decir, en plena vigencia del naturalismo francés, resultó una obra moderna, fresca, dotada de la valentía expositiva que había sorprendido a los espectadores de Jules et Jim. Fuera de una historia bien contada, había unos excelentes retazos de unos personales fáciles de identificar y todavía no muy lejanos en el tiempo, rodeados además de un entorno vívidamente presente e inmersos en unos acontecimientos, aunque no descritos no por ello menos barruntados, que los relacionaba implacablemente, todo ello formando un conjunto milagrosamente vivo, palpitante, tan caótico y a la vez tan ordenado como la vida misma. Hay en La regla del juego, un hilo conductor de la historia, o si se quiere, un tema principal arropado por otros secundarios, y aguzando mucho la mirada, incluso todo un material dramático perfectamente estructurado y susceptible por tanto de divisiones. Se podría dividir en cuatro actos al igual que la obra Calígula de Albert Camus. El primero abarcaría la llegada a París del aviador Jurieu, tras realizar la mayor hazaña de la aviación desde Lindberg: cruzar el Atlántico en 23 horas; sin embargo Jurieu no ha cometido esa imprudencia para ser recibido en loor de multitudes, sino para ver a la mujer de la que está enamorado, Christine, hija de un director de orquesta de Salzburgo y casada ahora con el Marqués de La Chesnayé; el encuentro con su amigo Octave (personaje encarnado de forma magistral por el mismo director), amigo a su vez de los marqueses, y los oficios de éste para que el as de la aviación sea invitado a la cacería que La Chesnaye organiza en su  finca., completa el primer acto. El segundo acto estaría conformado por la llegada de todos los invitados a la finca del marqués y el intento de Christine por poner las cosas en su sitio declarando públicamente las relaciones… de pura y limpia amistad que le unen al apuesto aviador. La secuencia de la caza formaría el tercero, aprovechado por Renoir para tejer unos fragmentos de cine antológico, su amor al paisaje de la finca, unido al deseo “narrativo” en el sentido más fordiano del término, e introducir el personaje  desencadenador de la tragedia: Marceau, un cazador furtivo que pasará a convertirse en doméstico del marqués con derecho a uniforme gracias a la generosidad “aristocrática” de éste; en esta misma secuencia, y gracias a unos prismáticos, Christine podrá hacer un descubrimiento ya presentido: el juego de su marido con Geneviéve, amante del marqués, también invitada a la fiesta. El cuarto y último acto lo comprenderían los prolegómenos de la fiesta de disfraces, con los escarceos amorosos entre Marceau y Lissete, la esposa del guardia de la finca, Shumatcher, y doncella de Christine, la fiesta de disfraces misma, en la que estalla el juego del amor en su versión más frívola, y el desenlace final. Estructura coral, diluida en pequeños acontecimientos, que se suceden a modo de carrusel, entre los personajes incontables. Invitados y domésticos, cocineros, mayordomos, señoras y señores, marqueses, barones y generales, cada uno interpretando a la perfección el papel que le corresponde por su condición social, pero todos entregados al mismo pasatiempo, el del juego, el flirteo amoroso. Esta misma estructura coral se diluye gracias al mismo juego de la cámara, gozosa entre la amplitud de los salones y el espacio escénico general, fotografiados por una profundidad de campo al máximo, tal como reclamaban los largos corredores y vastos aposentos del palacio; y está diluida igualmente en el movimiento frenético de los personajes por esos mismos salones y pasillos, subiendo y bajando escaleras, abriendo y cerrando puertas, sin que Renoir de volantazos a su cámara, conservando los personajes, diría milagrosamente, toda la identidad posible. Todos definidos individualmente, y también por clases, grupos o categorías.
La película afectó seriamente a los ánimos de los franceses de 1939, por entonces ya bastante disminuidos ante los tambores de guerra que sonaban de forma amenazadora en sus fronteras del norte, sobre todo ya que la guerra del 14 estaba todavía muy presente en los ánimos de los franceses. El gobierno francés decidió prohibir la exhibición de la cinta. Aunque hoy en día esta actitud no sea comprensible, hay que ponerse en la piel del país en el año 1939, a pesar de la elegancia y sensibilidad que nos ofrece Renoir. Si puede comprenderse que a pocos meses de la entrada de los alemanes en rancia, con una multitud hipersensibilizada hacia los graves problemas sociales e internacionales esta película tuvo el efecto de una bomba en las calles, efectos devastadores cuajados de pesimismo, desmoralización y vergüenza generalizada ante unos personajes que le volvían la espalda a la realidad para continuar plácidamente entregados a sus juegos y esparcimientos. Todo esto llevó a que el filme sería un fracaso económico. Renoir tomó la decisión de renunciar al cine o abandonar Francia. Abandonó Francia
La règle du jeu

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