Liz Taylor junto a su amigo Rock Hudson
Por Lourdes BermejoAsumámoslo, Liz Taylor se ha ido. Nuestra diosa contemporánea no volverá a mirarnos con sus ojos violetas. Su iridiscente belleza sólo podrá contemplarse ya en proyecciones. Nunca habrá otra gata como ella sobre el tejado de zinc. Nadie más besará como un acto de justicia a los señalados en Hollywood por padecer sida. Su exceso y barroquismo sentimental no volverá a revolucionar nuestros corazones. Aceptémosolo, quien defendió una postura ante la igualdad y la solidaridad nos ha dejado. Quien se colocó del lado de sus amigos defenestrados Rod Hudson o Michael Jackson ya está con ellos en un lugar esperemos más tolerante. Quien fue siempre ella misma, a pesar de no haber tenido infancia ni adolescencia en su loco mundo de candilejas se ha marchado. Alcemos con desasosiego nuestra voz. La reina ha muerto.