Revista Deportes

La remontada

Publicado el 30 abril 2013 por Carmentxu

Hoy el Real Madrid se la juega frente al Borussia de Dortmund. Objetivo: remontar el 4-1 del partido de ida en semifinales. Los ilusos tienen todavía unas horas para prepararse porque es misión imposible: mi vaticinio se ampara bajo la sombra de mi ignorancia absoluta y voluntaria de la cosa del fútbol. Esto hace que mis predicciones pasen desapercibidas y sean achacadas por los entendidos y forofos multinivel a una falta de sensibilidad extrema por el tema. Creo que fue Forges quien dio, para mi gusto hereje, una de las mejores definiciones del fútbol de primera división actual: un grupo de millonarios que se reúnen los domingos para jugar y la gente, encima, va y los aplaude. Y además paga, añado.

Forges-futbol
Remontar, crecerse ante lo imposible, el pequeño venciendo al grande en una gesta sin igual, David contra Goliat, Sant Jordi contra el dragón,… jugar con el corazón: todo muy patrio. Lo va a intentar hoy el Real Madrid y hará lo propio con su 4-0 el Barcelona frente al Bayern de Munich mañana que, por ironías del destino, es 1 de mayo, Día Internacional de los Trabajadores. La mirada esperanzada, ansiosa, seca de apenas parpadear, dilatada la pupila frente a la luz de la pantalla, horas de angustia y adrenalina en que cada aficionado será uno de esos 22 hombres que pueden colocar en la final al menos un equipo español. ¿Marca España? En realidad las marcas las ponen los patrocinadores, pero eso es otro cantar. Marca España es que el restaurante el Celler de Can Roca haya sido elegido el mejor restaurante del mundo: calidad, trabajo, tesón, imaginación, arte.

La locura que impulsa a creer que remontar a dos equipos fuertes, jóvenes, altos, en una excelente forma física, con una estrategia clara: ser una apisonadora imparable hacia la portería contraria, y alemanes para más inri, es el reflejo de la misma locura de que adolece este Gobierno, con su argumentario manipulador y burdo. El PP apela al instinto más primario, al corazón, a la fe ciega en una religión neoliberal que enarbola estandartes de austeridad para convertir al infiel, al anti-su-sistema, al progresista faltón que acosa a los políticos a la puerta de su casa y atemoriza a las viejecitas madres de los banqueros. Y hablan, balbucean de remontada. Sitúan esa gesta heroica que es la remontada en un punto inconcreto del futuro, tampoco saben cuantificarla ni concretar en qué consistirá: si será la de todos o solo la de unos pocos, la de los que siempre remontan, los que siempre flotan.

 


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