Por fin sucedió. Ahora que lo pienso, era inevitable. Lo hice por que no soportaba más, porque lo necesitaba, porque lo buscaba. Renuncié a mi trabajo. Pero también renuncié a mi carrera. Después de más de 10 años de estar en el negocio de las noticias, me harté. No puede más. Agradezco todos estos años que la información me dio de comer, pero ya no puedo más. Demasiado estrés, demasiado tiempo dedicado a vender información que intenta ser noticiosa. Mi concepción siempre errónea de lo noticioso nunca me ayudó. Creo que nunca comprendí del todo de qué se trata esto del periodismo. Y me cansé. Voy contra corriente. O la corriente va en mi contra. No sé bien.
El punto es que mi depresión estaba en puntos muy graves. Tal como me sucedió hace poco más de 10 años cuando. No soportaba más ir al trabajo y soportar a mi jefa, mi rutina, buscar lo que mi equipo no lograba tener... No me interesaba ya. Las noticias, ahora lo veo, me importan como simple usuario, no como generador. Aprendí lo que tuve que aprender, pero después dejó de interesarme. Lo malo es que pasaron muchos años para que me diera cuenta de eso y he perdido mucho tiempo. También creo que desperdicié mi carrera. Aunque he de ser sincero: tampoco sé qué otra cosa hubiera estudiado. Ahora mismo, a mis 39 años no sé a qué me voy a dedicar. No sé qué voy a hacer para mantener a mi familia. De verdad. No lo sé. Me gustaría haber renunciado y tener una plan B listo para iniciar lo que realmente quiero hacer de mi vida y abrirme al mundo como lo que realmente soy. El problema es que no sé lo que realmente soy. Una de mi ex jefas, cuando me fui de ese trabajo muy claramente me dijo: “Pero entonces ¿qué te gusta mano?”. Y Tiene razón. Ella, después de dos años de trabajar intensamente conmigo no sabía lo que me gustaba. Yo, después de 39 años estar conmigo, tampoco lo sé.
Han pasado dos semanas desde que dejé el trabajo. Mi esposa y yo tenemos un proyecto de iniciar una empresa, pero esto va muy lento. Yo quisiera que avanzáramos más rápido, pero no ha sido posible. Es mi única tirada. Mi única apuesta. Si pega, ya la hicimos. Tendremos el sustento para la familia y una puerta abierta para crecer económicamente. Si no pega, tendré que ver cómo me consigo otro empleo engañándome a mí mismo y a mi patrón para que me pague por un trabajo que voy a odiar y que no me interesa en lo más mínimo para comenzar a morir poco a poco frente a las computadora. Así ha sido mi vida en los últimos cuatro años. Cada hora que pasaba en la oficina, leyendo noticias y curándolas, sentía que moría poco a poco, lejos de mi familia, de las personas que realmente quiero.
Estos días en los que he estado en casa con ella y los niños, aunque no ha sido fácil porque ellos no están acostumbrados a mi y viceversa, siento que he recuperado un poco del tiempo y de la relación que había perdido con ellos. El trabajo no sólo demanda tiempo lejos de casa, sino también un esfuerzo emocional e intelectual que, al menos a mi, me quitaba energía, paciencia, atención que le debía a mi familia. Ahora que estoy con ellos todo el tiempo, siento una enorme paz. Lo único que me preocupa es el dinero para pagar la renta, la comida y el resto de los gastos familiares. No se necesita mucho para estar tranquilo, en paz con uno mismo. De eso me he dado cuenta en estas dos semanas. Basta con estar con las personas que amas, que realmente te importan, ocuparte de ellas, hacerlas reír, cuidarlas, hacerlas crecer... Mi crecimiento profesional sería importante si me interesara, pero ya no es así. Los medios informativos, el periodismo puede esperar sentado mi regreso. Por ahora lo que me interesa es generar dinero para sostener a mi familia. De ahí la importancia del negocio.
Hablé por teléfono con mi compadre hace un par de días. Me dijo “te oyes bien, tranquilo. Me da gusto porque cuando estabas en el trabajo parecía que le ibas a romper la madre a alguien”. Y es cierto. Me siento muy tranquilo. No extraño para nada ese ambiente. Menos estos días en los que las noticias han estado tan encendidas. Imagino el estrés que han pasado en las redacción y no los envidio. Ni el sueldo tan bueno que recibía paga ese desgaste. Para llegar a la oficina pasaba por un puente peatonal que pasa por encima de una vía rápida en esta ciudad. Los últimos días que fui al trabajo la idea de tirarme al arroyo vehicular era constante. Nunca muy fuerte, pero ahí estaba y es aterrador tan solo pensarlo. Supongo que tener ese tipo de ideas es ya un buen indicador de que debes cambiar las condiciones en las que vives. Necesitaba un cambio, un golpe de timón, un bandazo. Con la empresa que estamos planeando mi esposa y yo probablemente no sea lo que yo haya soñado, pero sin duda es algo que necesito: hacer algo totalmente nuevo, algo que me permita aprender cosas nuevas y dejarme ver cosas diferentes.
No estoy deprimido. Eso es bueno. Por ahora, con eso me conformo. Estoy preocupado. Eso sí. Pero me levanto con ánimo, busco cosas qué hacer, que investigar en torno al negocio, hablo de eso con ella, con mis amigos, con la familia. Estoy en algo que me está interesando y a estas alturas de mi vida, con eso me es más que suficiente. Me siento vivo de nuevo.