Revista Arte

La reválida de la estupidez

Por Peterpank @castguer

No Votes jamás

Las próximas elecciones al parlamento europeo son, para los españoles, una reválida que medirá el nivel de estupidez de los ciudadanos, porque con todo lo que está cayendo, con todas las mentiras, meteduras de pata y falta de respeto hacia ellos, sobre todo a sus votantes, el gobierno ha puesto el listón muy alto para medir el sentido común de los españoles, sus aspiraciones democráticas y, sobre todo, la importancia que se da a los derechos adquiridos, a las libertades y a la dignidad que todos debemos llevar y esgrimir.

El gobierno del PP ha convertido este país en un estercolero, en el hazmerreír de Europa, en el ejemplo más descarado de lo que es el uso de la democracia para encubrir una dictadura.

Además, día a día, sobrepasan los niveles máximos posibles de la cordura, de la sensatez, y convierten sus afirmaciones, sus mentiras, sus estrategias y sus decisiones políticas en esperpénticos reflejos de sus enfermizas mentes, dejando al descubierto sus principios, sus valores y su sentido de la humanidad, eso sí, amparados y bendecidos por una Iglesia a la que aún le parece increíble el regalo que les ha llovido del “cielo”(11.000 millones € al año), y que aprovechan para demostrar una vez más que lo suyo no es el amor fraterno ni las enseñanzas de Jesús, sino el poder terrenal y el mantener sus privilegios a costa de lo que sea.

Con todo, el nacional catolicismo se nos ha colado en España, esta vez por la puerta de una mayoría absoluta que generosamente un porcentaje de españoles le ha otorgado al PP.

Pero si estos votantes esperanzados esperaban recuperar un estado de bienestar, se han encontrado con que Rajoy,al que han votado, y los suyos les han engañado miserablemente, y lo que es peor, lo siguen haciendo todos los días y lo seguirán haciendo mientras estén en el poder. Sencillamente porque la mentira es su bandera.

Y lo hacen así porque esa es la esencia de su filosofía, su modus operandi, que se alimenta de la idea, del pensamiento fascista, de que los ciudadanos tienen que ser gobernados con mano dura, con sacrificio, y que aun así deben confiar ciegamente en los dirigentes porque, y aquí está la guinda del pastel, “lo hacen porque es lo mejor para los españoles”.

Es decir, confianza ciega, sacrificio, resignación, esperanza y, lo que más define a los inventores del asunto, que los ciudadanos de a pie no estamos preparados para comprender sus decisiones, el alcance de ellas, tal vez porque nosotros no tenemos visión de futuro, como ellos, tal vez porque nos creen pobres ignorantes, incultos ciudadanos susceptibles de ser confundidos y arrastrados por corrientes de pensamiento contrarias a su moral, a su filosofía de la vida, a su manera de entender el bien y el mal y, sobre todo, al derecho a la libertad.

En el mejor de los casos se podría confiar, esperar y tener fe cuando percibes que los “dioses” participan con su sacrificio personal del sacrificio global, pero estos “dioses”, al igual que los de siempre, viajan en carroza de oro, tienen manjares en sus mesas y se consideran “divinos”, por encima del bien y del mal. Por eso no reconocen a sus corruptos, por eso cierran filas y se protegen entre ellos, por eso están tan ajenos al dolor de la calle, a la desesperación de muchos, a la impotencia de todos.

Son ciegos y sordos al clamor de la calle. No va con ellos, porque ellos, al igual que los impostores de sotana que les bendicen, se consideran por encima de todo y de todos. Su reino no es de este mundo.

Pero la calle, cada día más, es un polvorín. Los ciudadanos se están hartando de tanta mentira. El clamor del pueblo es evidente.

Además, los ciudadanos tenemos una poderosa arma que en el pasado, cuando Franco utilizaba parecidos métodos, no teníamos. Y esa arma se llama voto. De ahí la reválida de la estupidez.

Si se vuelve a renovar la confianza absoluta en estos individuos, estaríamos demostrando que tienen razón, o sea, que tenemos que ser gobernados con mano dura, porque somos unos incompetentes, porque no tenemos capacidad, ni criterio, ni derechos, porque no somos normales y alguien tiene que llevarnos de su mano, aunque eso suponga perder libertad, derechos y dignidad.

Según el diccionario, la definición de estupidez es, “torpeza notable en comprender las cosas”.

Si aún no hemos comprendido lo que está sucediendo, por qué sucede, quién está detrás de los aparentes ejecutores, a dónde conduce todo esto, etc. etc., entonces es que somos estúpidos y estaría bien que en las próximas elecciones al parlamento europeo se lo transmitiéramos clara y contundentemente al resto de los ciudadanos europeos, dándole de nuevo una holgada mayoría al PP y dejando claro, definitivamente claro, a los asombrados europeos, que añorábamos profundamente a Franco, a su política, a su férreo control y a su pacto con la Iglesia, para que esta colabore con las amenazas de castigos divinos y eternos a los pecadores que no se bajasen los pantalones ante sus gobernantes y sus “sabias” decisiones.

Se trata de comunicar a Europa y al mundo que somos imbéciles y masoquistas, y que nos gusta que nos den caña, que nos maltraten y que se queden con nuestros trabajos, con nuestras propiedades y con nuestros sueños. O se trata de decir lo contrario, que hemos dejado atrás el fascismo y a sus secuaces, que queremos vivir en libertad y manejando nuestros derechos democráticos, que queremos una justicia de verdad, no un sucedáneo partidista, que queremos decidir sobre nuestra moral sin influencias pervertidas de una Iglesia que nunca ha representado al verdadero Dios porque siempre ha estado al lado de los poderosos que masacraron y pisotearon a sus pueblos. Como Jesús, vamos. Y para eso hay que utilizar el voto no votando, nadie a poder ser.

Pero si optamos por regalarles el poder a estos indeseables, vayamos pensando cómo les contamos a nuestros hijos y nietos que renunciamos a la libertad y nos dejamos engañar por cuatro subnormales que por no tener no tienen ni cultura. Y que lo hicimos así porque queríamos para ellos un futuro fascista, un futuro a los pies, como esclavos y bufones, de enfermos mentales que gobiernan con sus entrañas, no con su mente y con su corazón.

La reválida está servida. Tenemos la responsabilidad, de cara a Europa y al futuro, de decir NO a tanta mentira, a tanta corrupción, a tanta injusticia, a tanta basura. Y se dice NO, NO VOTANDO.

Mucho depende de estas elecciones. Veremos si es verdad que los ciudadanos españoles quieren luchar por sus derechos o si todo es solo humo y ruido.

Veremos

Fusión.


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