En el 222º aniversario de la Revolución Francesa bien vale recordar la foto que ilustra el presente post, y que tomé en la Avenida des Champs Elysées cuatro años atrás. En uno de los rincones más chic de París, Nike cita un verso de La Marsellesa: nada menos que el llamado a las armas.
Hagamos memoria… Compuesto en 1792, el ahora himno francés convoca a la conformación de milicias ciudadanas (“formen sus batallones”) para vencer al sucio enemigo austríaco (“horda de esclavos, traidores, reyes conjurados”). Los hijos de la patria gala se dan el gusto de amenazar con un “tiemblen, tiranos y pérfidos”, autores de “proyectos parricidas”.
“Todo es soldado para combatirlos”, vocifera la letra de Rouget de Lisle. “Si nuestros héroes jóvenes caen, la tierra los reproducirá”.
La Marsellesa le debe su alcance universal, o al menos occidental, a la buena prensa de la Revolución Francesa: ideóloga del lema “Libertad-Igualdad-Fraternidad”, madre de las sucesivas revoluciones burguesas y hermana menor de la también afamada Revolución Industrial. De ahí que se mantenga siempre en el podio, a distancia de por ejemplo La Internacional.
Y eso que la marcha obrera arremete contra una Ley que “burla” y un Estado que “oprime y sangra al productor”. Quizás algún día se apropien de este verso los señores de nuestra Sociedad Rural, pero al menos por ahora nada como el “Allons enfants” que en pleno siglo XX inmortalizó Edith Piaf.
Volviendo a la foto tomada al local parisino de Nike, lo llamativo no es tanto el uso publicitario de La Marseillaise (las remeras con el rostro del Che Guevara y los homenajes de Google nos acostumbraron a las resignificaciones oportunistas del marketing). Lo que más sorprende es la estrofa elegida: “aux armes citoyens” o “a las armas, ciudadanos”.
En efecto, el emporio de ropa deportiva supo convertir la convocatoria bélica en militancia fashion (nuestro castellano rioplatense podría reforzar la idea con las arengas “matemos con la pinta” y “ataquemos con estilo”). La especie de pequeño bumeran, distintivo de la marca deportiva, termina de transformar el verso combativo en eslogan provocador y para muchos ganador.
Difícilmente los sans culottes hayan imaginado una descendencia tan enriquecida, globalizada y ocurrente. Sobre todo tan atenta a preservar -y a patrocinar- el fuego sagrado de la Revolution made in France.